El mundo de los microrrelatos, en la pluma de Ana Cárol Anríquez
La escritora, fotógrafa, y compositora santiagueña compartió con El Librepensador parte de su obra literaria.
Reflejo
Nos conocimos por una descoincidencia entre el tiempo y el espacio. Me escribiste un mensaje corto y preciso, no sé que te contesté, por diplomacia. Lo mismo en la siguiente vez. No sabía en qué jungla habitabas, si eras de este planeta o andabas de paso y se te antojó abrir un portal y encontrarme. Y las charlas se desparramaron como tréboles, las palabras tomaron forma, cobraron vida y se llenaron de un espíritu que las poseía y las movía, las bailaba y las reía. Y a vos y a mí con ellas. Nos mezclamos tal cual se mezclan las palabras: creando metáforas y anhelos y caos.
Tuvimos un preludio con sonoridad y ritmo. Un argumento fácil como el amor, colorido como la vida, tenso como el deseo. Pretendimos ser arcilla, apelmazarnos, embadurnarnos de agua, para armar eso que podría haber sido obra de arte. Estiramos las manos, nos tocamos, trenzamos piernas y bocas, a través de la puerta invisible que nos ponía frente a frente. Nos reflejamos el uno al otro.
—Somos espejos —me dijiste un día.
—Pero de nuestros reflejos, ¿quién es el original?
—No importa, somos espejos.
—Dices que el espejo es un buen lugar para vos, porque me miras desde otro lado, y puedes tomar distancia.
—Te miro de frente, a los ojos, y me veo.
El silencio y la elipsis condensaron el cristal y lo empañaron. Qué frágil ser arcilla que se reseca y se rompe. Qué frágil ser espejos vos y yo, porque entre dos personas iguales, siempre siempre voy a quedarme conmigo.
Un puente
Cansado de tocar en las calles por monedas, subsistía en un mundo hecho de ruidos y silencios inconsistentes y abruptos.
Se deshizo de la guitarra, tocó por última vez el saxo y lo vendió por dos pesos. Y así, sin nada, emprendió un viaje para olvidar, para olvidarse de la música que tantos infortunios le había traído a su vida. Y se halló andando solo, vacío, caminando por líneas sin claves. Vagabundo.
Esa noche en el puente, cerró los ojos. Tan abrumador el silencio, que escuchó el latir del cielo, el compás del viento sacudiendo las hojas, el agua allá abajo in crescendo. Y luego la lluvia, que se precipitó en negras, corcheas y semicorcheas. Se puso a silbar en soledad como el único forjador de color en aquella tormenta oscura. Y un relámpago lo iluminó: en la vida como en la música nada tiene más protagonismo que un solo. Y ahí estaba él, afortunadamente solo, elegido por una musa caprichosa, por un acorde del destino, marcado desde el primer pulso, desde su nacimiento, por la muerte misma.
Y él que estaba completamente habitado por la música, tenía la inmortalidad ganada. Acaso algún pájaro o un pez esperaban para guardar su alma.
BIO ANA CAROLINA ANRÍQUEZ
Es Contadora Pública Nacional, escritora, fotógrafa, y compositora. Coordina Taller de escritura creativa. Autora de la Saga de novela juvenil de género fantástico Destino de Sombras, cuyo primer volumen “El Séptimo Rayo” fue publicado por Hudson – Editorial.
Se formó en Casa de Letras con el Programa Formativo sobre Técnicas y Herramientas Narrativas, y el Programa de Estrategias y Géneros Narrativos.
Terminó el Seminario de Profundización en Literatura Infantil y Juvenil dictado por la Sociedad Argentina de Escritores. Primer premio de poesía en el concurso Santiagomanta 2023, y antologada con la obra “Morrina”, en la Antología de Coplas y Vidalas de Nuestra Tierra en 2024.