Una proteína que “amortigua” errores genéticos: hallazgo argentino con impacto en cáncer y agricultura
El hallazgo podría tener, a futuro, impacto en las terapias dirigidas contra el cáncer o el desarrollo de cultivos resistentes a bajas temperaturas u otras condiciones ambientales.

Investigadores del CONICET, la Fundación Instituto Leloir y la UBA descubrieron que la proteína PRMT5 no solo regula procesos celulares esenciales, sino que también atenúa los efectos de pequeñas variaciones genéticas. El hallazgo abre nuevas posibilidades tanto en terapias contra el cáncer como en el desarrollo de cultivos más resistentes.
Presente en todos los seres vivos, desde las levaduras hasta el ser humano, la proteína PRMT5 cumple un rol vital en el funcionamiento celular. Su nombre no suena cotidiano, pero los científicos la conocen bien: es clave en el “splicing”, un mecanismo que permite a un solo gen producir distintas proteínas.
Ahora, un estudio liderado por investigadores del CONICET, de la Fundación Instituto Leloir (FIL) y de la UBA, publicado en la revista New Phytologist, revela que PRMT5 tiene además otra función sorprendente: actúa como un “amortiguador” frente a pequeñas variaciones genéticas, garantizando que una especie conserve sus características esenciales.
“En plantas encontramos un mecanismo que atenúa el impacto de las diferencias genéticas. Cuando PRMT5 no está presente, esas disparidades se maximizan, incluso dentro de una misma especie”, explica Marcelo Yanovsky, investigador del CONICET y codirector del trabajo. El hallazgo, advierte, podría tener un fuerte impacto también en seres humanos, ya que esta proteína está vinculada a varios tipos de cáncer.
En la actualidad, buena parte de la investigación oncológica busca justamente cómo inhibir la presencia de PRMT5 cuando se encuentra elevada. Sin embargo, Yanovsky advierte que las terapias no tendrían el mismo efecto en todas las personas.
Conocer este nuevo rol de la proteína ayudaría a anticipar quiénes pueden beneficiarse con un tratamiento y quiénes no. En paralelo, en el mundo vegetal, su inhibición podría “destapar” nuevas variedades ocultas, útiles frente a sequías o bajas temperaturas.
Múltiples resultados
El recorrido científico hasta este hallazgo tiene raíces en 1993, cuando los investigadores Phillip Sharp y Richard Roberts ganaron el Nobel de Medicina por descubrir que un gen no necesariamente origina una sola proteína. A través del splicing, demostraron que una misma receta genética puede dar múltiples resultados, un hallazgo fundamental para entender la diversidad biológica y el origen de enfermedades como el cáncer.
En este escenario, PRMT5 aparece como un verdadero director de orquesta: controla que ese proceso de edición molecular funcione incluso en contextos “imperfectos”. “Al permitir que el espliceosoma maneje sitios de empalme más débiles, PRMT5 actúa como amortiguador y le da a la vida la capacidad de tolerar un cierto grado de ruido genético sin consecuencias inmediatas”, explica Ariel Chernomoretz, coautor del trabajo e investigador del CONICET.
El experimento que permitió arribar a estas conclusiones se hizo con Arabidopsis thaliana, la planta modelo de laboratorio en biología vegetal. Los investigadores compararon cepas distintas y luego utilizaron la técnica de edición genética CRISPR-Cas9 para “apagar” la acción de PRMT5. El resultado fue contundente: con la proteína activa, las plantas parecían iguales; sin ella, las diferencias ocultas se expresaron con fuerza, desde la forma de las hojas hasta el momento de la floración.
La próxima frontera será estudiar qué ocurre en seres humanos. Si se confirma un efecto similar, el hallazgo argentino podría modificar el rumbo de terapias oncológicas en desarrollo. “Las implicancias potenciales son enormes”, resume Yanovsky.