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Rescatan un tesoro de 200 fotos de los obrajes de Santiago que habían sido tiradas a la basura

Habían sido descartadas en un volquete, en Buenos Aires, y un vecino las salvó de desaparecer: revelan la explotación del monte santiagueño a principios del Siglo XX. El responsable del proyecto contó los pormenores del hallazgo a Librepensador.

El Archivo Visual Argentino (AVA) recibió un invaluable aporte de un vecino de la Ciudad de Buenos Aires que rescató 200 fotografías antiguas de obrajes forestales de Santiago del Estero, a principios del Siglo XX. Esas imágenes únicas permiten entrever la explotación de ese recurso natural y de la mano de obra de los hacheros y peones.

 

AVA es un proyecto colaborativo que investiga y difunde el rico patrimonio fotográfico argentino a través de Instagram, en @archivovisualargentino. El historiador Juan Pablo Baliña, quien está a cargo de ese espacio, explicó a Librepensador el origen de esas imágenes que muestran como nunca -hasta ahora- ese período. Se calcula que corresponderían -aproximadamente- a 1935, período que coincide con escándalos de corrupción por la adjudicación de grandes extensiones de tierras fiscales santiagueñas a inversores foráneos, muchos de ellos extranjeros.

Juan Pablo Baliña (foto El Eco de Tandil).

“Las fotografías del obraje de Santiago del Estero las encontró un vecino de la ciudad de Buenos Aires, al lado de un volquete, en la calle, que estaban para tirar. Las rescató, las guardó en su departamento y nos llamó a nosotros del Archivo Visual Argentino, para que rastreásemos su historia. Él no conocía de qué se trataba y como investigadores fuimos a la casa de esa persona que las encontró, que se llama Quique Figueroa y reprodujimos las 200 fotografías, que cuentan la historia del obraje de manera visual y tomadas por un fotógrafo profesional. Son tal vez el mejor documento audiovisual que existe de los obrajes y cuentan una historia durísima, de un saqueo, donde unos pocos aprovecharon el monte santiagueño y la historia de muchas situaciones diversas en argentinas”, relató.

 

La expoliación del bosque santiagueño fue descripta minuciosamente en “Hacha y Quebracho”, de Raúl Dargoltz, con documentación de archivo y testimonios recogidos por ese investigador ya fallecido. Y se puede complementar con estos registros fotográficos que muestran algunos de esos obrajes por dentro.

“De alguna manera en las 200 fotografías que nosotros vamos contando su historia en Archivo Audiovisual se pueden conocer todas las escenas del obraje santiagueño. En este caso, son de la zona de Choya y Donadeu, y estamos en contacto con distintos investigadores de Santiago del Estero. Pero se puede ver en imágenes cómo hicieron el circuito para que ingrese un tren; las piletas de agua; cómo vivían; las escuelas dentro del obraje; cómo era ese intercambio cuando pagaban con vales; el control de los patrones y sus guardianes; como se apilaban y se guardaban los postes y durmientes que sirvieron para el tendido ferroviario de todo el país; cómo era la vida de los hacheros, si había mujeres, dónde dormían. Es un registro histórico invalorable”, subrayó.

 

En las fotografías publicadas hasta ahora se puede apreciar la explotación de obrajeros y hacheros -algunos casi niños-, de rostros adustos por el duro trabajo; no menos relevantes son los capataces o guardias armados con látigos y hasta uno con sable; la distinción social de los anteriores con los “patrones”, que incluso posan con algún hijo, rodeados de la peonada; también se muestra el desarrollo del ferrocarril privado que llegaba hasta los obrajes para facilitar la extracción de postes y durmientes apilados en enormes canchones, que grafican la magnitud del saqueo.

 

Baliña explicó que la misión de AVA es recuperar la memoria histórica a través de imágenes que provienen del ámbito privado y familiar, de personas anónimas para la Historia convencional. “Pero no solamente tenemos en el Archivo Visual este registro de Santiago del Estero, sino lo que hacemos es tratar de recuperar todas las historias fotográficas del ámbito privado. Supongamos que alguien tiene una caja o tres fotos antigüas y no sabe qué hacer con ellas, nosotros le decimos que nos las envíen de manera digital -aunque sea una foto- para que las pongamos en valor con un grupo de especialistas y las compartimos. Esa es la invitación. Poner en valor significa dotarlas de sentido y la historia necesita eso: que sus cuadros y escenas tengan sentido. Y lo hacemos de manera colaborativa, con investigadores, historiadores o personas que no especialistas en Historia pero sí en caballos. Tratamos de juntar distintas miradas para que cada escena vuelva a tener un sentido y donde esos personajes, que por lo general fueron segundas líneas de la Historia cobren relevancia, de alguna manera”.


También enfatizó en el aporte de esos documentos visuales como parte de la historiografía que pone el acento no ya en los grandes personajes, los próceres, sino que se construye a través de aportes de personas anónimas de la época, como cartas, diarios privados o fotografías, como en este caso. “La Historia en líneas generales es un enfoque urbano, político y bélico. Esto significa que si no estabas en la rosca política, en la guerra o fuiste un personaje relevante de la ciudad no figuras en la Historia. Lo que tratamos en el AVA es contar esas pequeñas historias que son de alguna manera las que alimentan nuestro quehacer, no fuimos a ninguna guerra ni somos personajes relevantes, pero de alguna forma podemos construir la Historia a nuestra manera”, puntualizó.

 

El responsable del proyecto subrayó que “muchas veces se cree el patrimonio visual de Argentina está en un archivo particular y nosotros decimos que el gran patrimonio está disperso en todas las familias, en una casa, arriba de un armario, en un álbum lleno de polvo. Y esta iniciativa lo que busca es recoger este enorme patrimonio visual que representa en todas las familias dispersas, descendientes de inmigrantes, y ponerlas en valor”.

 

Por eso destacó que “los santiagueños, como en muchas otras ciudades, tienen mucho para aportar de su Historia, y lo tienen en sus casas. Valorar lo nuestro también depende de animarnos a mostrar lo nuestro y ser capaces de compartirla y dotarla de sentido. Y es increíble cómo la gente está ávida de historias mínimas, que cuanto más cercanas a su contexto, más les toca el corazón. Una persona cercana al Puente Carretero que ve una foto y otra le explica y cuenta cómo era esa escena es increíble la resonancia que tiene en ella. Si es un niño que está estudiando en la escuela, es increíble la capacidad que tienen de aprehender con estas historias si alguien se las cuenta”.

El Archivo Visual Argentino difunde el material rescatado en Santiago del Estero y en todo el país a través de Instagram, con posteos cada unos 10 días de 3 o 4 fotos, con una referencia de las imágenes y el aporte en los comentarios.

 

“Es increíble que muchas personas de Santiago del Estero puedan ver incluso a sus ancestros en las imágenes: imaginate descubrir a tu abuelo o bisabuelo en una imagen, a los que tal vez nunca vista trabajando y los conociste de viejos -remarcó Baliña-. Ahí están las imágenes, no es una representación, si no, la escena misma de los trabajadores que fue tomada por un fotógrafo profesional, cuyo nombre no sabemos porque no está registrado. Pero, por la calidad de las imágenes nos damos cuenta que fue profesional y fue pagado incluso por el patrón, porque si no, no hubiera entrado al obraje y quien podía solventarlo”.

 

El motivo de ese registro minucioso de esos obrajes en lo profundo del monte santiagueño es desconocido, aunque las imágenes permiten inferir hipótesis: “Nosotros no conocemos el objetivo de ese valioso registro, aunque creemos que le interesaría compartir esas imágenes inversores para el obraje. Pero, luego de eso, estas fotos terminaron en manos de un descendiente o virtual inversor o eventual patrón y se perdió la cadena de interés y terminaron en la calle. Por suerte, un vecino las rescató”.

 

Baliña enfatizó que la mayor parte de las fotografías que están en manos privadas se terminan tirando a la basura, descartando, como les pasó a estas fotos que fueron salvadas. “Cuando está la primera mudanza y esa cajita de fotos está en la casa, llena de polvo, lo que decide el dueño realmente es tirarla, porque no conoce su valor ni las ha dotado de sentido. Entonces terminan en la basura y ahí se pierden o se queman. De ahí la importancia de valorar esas fotos viejas como un documento visual de la historia, antes de que se terminen descartadas. Muchas veces pensamos que las fuentes históricas son los archivos y no nos damos cuenta que, en nuestra casas, tenemos información muy valiosa e inobjetable, de primera línea”.

 

“La mirada de los santiagueños es importante para construir la historia de los santiagueños, no se las tiene que contar alguien de la capital, ustedes tienen mucho para ofrecer y una gran mirada y sabiduría, así que compartanla con todos los habitantes de la Argentina”, finalizó.

 

 

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