Quién en Robert Prevost, el nuevo Papa, amigo cercano de Francisco
Nació en Chicago, pero vivió 14 años en Perú y es considerado "puente" entre dos Iglesias

Robert Francis Prevost, nacido en Chicago en 1955, ha sido elegido como el nuevo Papa, representando el perfil de liderazgo que impulsó el pontífice argentino: cercano a las periferias, políglota y con una fuerte experiencia pastoral fuera de Europa. Su elección marca una continuidad con la visión de una Iglesia más abierta, descentralizada y atenta a las realidades sociales del sur global.
Criado en una familia obrera y católica, Prevost ingresó joven a la Orden de San Agustín. Su vocación misionera lo llevó a estudiar filosofía, teología y Derecho Canónico en Roma. Fue ordenado sacerdote en 1982 y, lejos de seguir una carrera eclesiástica tradicional en su país, decidió trasladarse a América Latina para ejercer su ministerio.
En Perú, trabajó como misionero en la diócesis de Chulucanas, una zona pobre del norte del país. Allí promovió una pastoral comprometida con las comunidades locales, el trabajo de base y la defensa de los derechos humanos. Esta experiencia marcó profundamente su identidad religiosa, moldeando un perfil pastoral con fuerte sensibilidad social y cercanía al pueblo.
En 2023, asumió como prefecto del Dicasterio para los Obispos, el organismo encargado de asesorar al Papa en la elección de obispos en todo el mundo. Este rol estratégico lo colocó en el corazón de la toma de decisiones vaticanas y lo consolidó como una figura clave dentro del entorno papal, gracias también a la confianza explícita de Francisco.
Aunque su estilo es sobrio y de bajo perfil, Prevost ha acumulado poder e influencia tanto en América como en Roma. Sin embargo, su pasado en Perú no está exento de controversias: algunas denuncias por presunto encubrimiento de abusos han manchado su imagen, pese a no haber cargos formales en su contra.
Con un dominio fluido del español, una visión cercana al pensamiento del Papa Francisco y una reputación de buen gestor, muchos lo ven como una figura de equilibrio. Su elección puede interpretarse como un intento de tender puentes entre la Iglesia institucional y la popular, entre el Norte global y el Sur. En tiempos de cambio, su perfil pastoral e intelectual podría dar forma a una nueva etapa del Vaticano.