Judiciales

Policía acusado de asesinato afirmó que se defendió de “un agresor”

El presunto autor material del crimen sostuvo que se defendió de un ataque contra la casa que alquilaba en el barrio Siglo XXI, donde se encontraban familiares y policía amigos. Se responsabilizó de la muerte e intentó despegar a su hermano y los otros policías juzgados.

El policía Enrique David Arévalo declaró sobre el final de la etapa de testimonios del juicio en el que está acusado de haber asesinado al adolescente Jesús Barraza, mientras que su hermano, el excadete Diego Arévalo, es sindicado como instigador.

 

Enrique Arévalo asumió la responsabilidad de los disparos con su arma reglamentaria que causaron la muerte de la víctima, en un grave incidente ocurrido con un grupo de jóvenes en la madrugada del 31 de julio de 2022, en el barrio Siglo XXI. En su relato sostuvo que supuestamente fueron víctimas de un ataque de una barra, mientras cenaba con familiares y otros policías amigos en una casa que alquilaba.

 

“Yo me encontraba en mi casa, con mi mujer, mi cuñada y mi hermano, que cursaba el tercer año de la Escuela de Cadetes, que estaba con una chica de segundo año. A eso de las 3 de la mañana vinieron mis compañeros de trabajo, Coiman, Herrera y Gorosito. Estuvimos compartiendo con ellos”, describió.

 

Sin embargo, dijo que “un rato después –realmente no recuerdo la hora- veo que entra mi cuñada tapándose la cara y llorando: me dice que a Diego lo habían pegado afuera. Voy y veo que lo tenían a mi hermano agarrando del cuello, contra el portón de las rejas, dándole golpes de puño y patadas”.

Enrique Arévalo (der.) junto a su hermano Diego.

Los jóvenes del grupo adversario declararon que, por el contrario, ellos se encontraban en una plaza de las cercanías y que reaccionaron con los policías insultaron a unos amigos. Reconocieron haber atacado la vivienda a pedradas, pero indicaron que el acusado les hizo disparos al suelo con un aire comprimido. También dijeron que uno de los policías, de baja estatura, logró calmar los ánimos. Pero luego los Arévalo presuntamente intentaron agredir a otros amigos que intentaban volver a sus casas a dormir.

 

Enrique Arévalo afirmó: “Nosotros en todo momento quisimos disuadir el ataque –sostuvo-. Salimos, tratamos verbalmente de hacerlos tranquilizar, pero ellos en ningún momento cesaron la agresión. Hemos llamado a la policía. He sacado mi rifle (de aire comprimido) y nunca dejaron de atacar; en ese momento ellos se retiran un poco y se van Gorosito, Coiman y Herrera”. Con esto buscó despegar a los acusados por encubrimiento y violación de los deberes de funcionarios públicos.

 

Y agregó que “a los 15 o 20 minutos esta gente vuelve y eran más, armados con tumberas (…). Todos se organizaron para atacarnos y hacernos el mayor daño posible a mí y a mi familia. Cuando yo vi que esta gente ingresó a la casa y estaba pateando la moto –que en la reconstrucción de los hechos se encuentra tirada- yo voy por la ventana, tomo mi arma reglamentaria y salgo de la vivienda y trato de decirles que se tranquilicen”.

 

“En eso remonto el arma para amedrentarlos, para que se retiren, pero saltan el portón y me seguían agrediendo. En eso, esta gente, Pellene, que yo lo vi aquí y se hace el ‘chiquito’, es quien filmó todo el ataque y gritaba que mi hija vivía a la par de la casa de él, para que fueran allí a agredirla, cuando ya se encontraba amenazada de muerte por esta familia”, justificó el acusado.

 

En cuanto al momento del crimen de Barraza, indicó: “Hago un disparo al aire y cuando salgo de la vivienda un grupo de ocho personas me agreden con un tremendo ladrillo y me revientan la mano y yo caigo de espaldas contra una palmera. Entonces aprieto el cargador y se me sale. Ellos pensaron que se me había caído el arma y empezaron a gritar y todos me venían a acribillar y yo hice un tiro defensivo. Lo único que quería era que no se me acerquen más y que no me quiten el arma, porque iban a hacer un desastre. Hice el tiro que lamentablemente dio en uno de los agresores”.

 

“Yo me acerqué a auxiliarlo –aseguró-, para ver cómo estaba, y sus amigos de la otra parte de la plaza me efectuaron un disparo, es por eso que yo vuelvo a la casa, levanto el cargador de la pistola y me meto adentro y empiezo a llamar a una ambulancia, a mi viejo, entre muchas cosas que hasta este momento no puedo recordar. Eso es todo lo que ha pasado”.

La madre de la víctima, Gilda María Barraza, expresó con gestos su indignación por la versión del acusado. Varios testigos afirmaron que Arévalo disparó a sangre fría a su hijo, cuando trataba de pacificar a sus enardecidos amigos por la provocación de los hermanos. Y precisaron que fueron tres disparos, uno al aire, otro que lo alcanzó en el abdomen y que supuestamente fue rematado de un balazo en la cabeza, cuando ya estaba caído.

 

Lo llamativo de este grave episodio es que la policía no arribó pese a los insistentes llamados que hicieron los implicados –solicitando ayuda de sus camaradas- y varios vecinos. Recién horas después llegaron en vehículos particulares y vestidos de civil, con los paramédicos de una ambulancia, quienes constataron que la víctima yacía sin vida.

 

Ahora el juicio contra los hermanos Arévalo y otros tres policías continuará con los alegatos, para dar luego paso al veredicto.

 

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