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Planes de ahorro, cuando el sueño del 0Km se convierte en un contrato que casi nadie entiende

Entre la ilusión del 0Km y la letra chica de un contrato.

Por Claudio Ferreyra Oddone, abogado (U.C.S.E.) especialista en daños y perjuicios (U.N.L.), maestrando en derecho privado (U.N.R.).

 

En las últimas semanas fui consultado por muchos lectores de este diario, movidos (supongo) por la repercusión de la nota que el medio publicó sobre la sentencia en la causa “Oddone c/ Volkswagen S.A. de Ahorro para Fines Determinados”. Es decir que este espacio logró algo poco habitual: poner sobre la mesa (en un lenguaje que todos podemos entender) una problemática que hasta entonces parecía confinada a tribunales.

Desde entonces, numerosos santiagueños me preguntan si conviene hoy ingresar a un plan de ahorro. Sin dudas que detrás de cada consulta hay historias de esfuerzo, ilusión y desconfianza. 

Dejo hecha la aclaración: las dudas y posibles respuestas exceden la sencillez que esta nota pretende ofrecer; aquí intentaré (con humildad y peligrando de equivocarme) iluminar lo esencial, para que nadie quede atrapado en un contrato que no entiende.

¡Alerta: promesas que brillan… contratos que engañan!

En los anuncios de los planes de ahorro todo suena demasiado fácil: “84 cuotas fijas”, “Solo con DNI”, “Recibimos tu usado”. Estas, como tantas otras, son frases diseñadas por muchas empresas (no todas, lo aclaro) para seducir al apurado y convencer al desconfiado. En realidad, este es apenas el anzuelo de una maquinaria publicitaria que suele mentir con frecuencia para sumar adherentes. Luego, detrás de esas promesas, que brillan como el mismo oro, hay otra historia: cuotas que aumentan sin explicación, plazos que se estiran y condiciones que nadie nos advierte antes de firmar.

Ya en el andar, quizás al porco tiempo, muchos descubrimos que la ilusión de un 0Km puede transformarse en años de espera, con cuotas que superan con creces lo que habíamos imaginado. En otras palabras: cuando la promesa es grande, conviene desconfiar. No es paranoia, es realidad. 

Cuando entender el contrato parece un desafío

A simple vista, un plan de ahorro promete algo que todos queremos: llegar al 0Km. Suena fácil y tentador… casi mágico. Pero la ilusión se rompe cuando, tiempo después, vemos la realidad de un contrato que no leímos (o no entendimos) al contratar. Esa omisión puede responder a distintos motivos: su letra es pequeña, su redacción es larga y compleja. A ello debemos sumarle otra realidad: al momento de firmar teníamos la vista nublada ante el Okm que estaba ahí, pegado al stand donde nos sentamos con la ilusión propia de un niño que ingresa a una juguetería. El escenario era tan hermoso que nos enceguecimos.

Luego, detrás de la promesa hay un laberinto de términos que confunden y cláusulas que complican: lamento decirles que la cuota mensual que nos prometían como “fija” o que “sólo aumentaría un poquito por mes”, puede dispararse por índices financieros que suelen no explicarnos (o al menos no con la suficiente claridad).

Por otro lado, la adjudicación (el momento en que podremos retirar el vehículo) dependerá de sorteos y licitaciones, con costos que nunca podremos conocer con exactitud al contratar; eso significa que el 0Km, no solo puede demorar muchos más de lo esperado en llegar, sino que también puede ser mucho más caro de lo pensado inicialmente.

A todo esto, la contratación se materializa en un contrato de adhesión, razón por la cual las reglas las pone la empresa y el adherente lo único que puede elegir es el automóvil al que aspira.

Así las cosas, lo que parecía un camino directo hacia nuestro nuevo auto, se convierte en un juego donde las cartas casi siempre están marcadas. Y ahí es cuando muchos descubrimos la verdad: detrás de la publicidad brillante, hay letra chica que puede arruinar el sueño del 0Km.

Finalmente, si por cualquier razón no llegamos al 0Km al terminar el plazo del plan ¿cuántos de nosotros sabemos que deben reintegrarnos nuestro ahorro? Seguramente no muchos; luego, el tiempo, la forma y la cantidad de dinero que recuperaremos es problema de frecuente consulta, tema ya puse bajo la lupa de la justicia.

Para cerrar: el verdadero riesgo no está en el contrato, sino en no entenderlo con suficiencia

Pretender llegar al 0Km mediante un plan de ahorro debería funcionar; es una oportunidad concreta para tal aspiración, para muchos, quizás la única. Pero debemos saber que las cuotas se ajustarán mes a mes conforme al valor del vehículo, de otro modo, el grupo no podría adquirirlos. Ahora, cuidado, porque en un país acostumbrado a la inflación estructural, esos ajustes pueden ser un arma de doble filo, que convierte la ilusión en una carga financiera mucho más pesada de lo previsto.

El problema real es que la ilusión actúa como una venda para nuestros ojos. Muchos firmamos contratos de adhesión sin leer, confiando en promesas brillantes que ocultan cláusulas abusivas. Esta forma del contrato (por adhesión) no es mala, incluso es la que se impone en la contratación en masa; lo inaceptable es que se usen para explotar nuestra confianza. En este sentido, también debemos saber que no importa la letra chica: siempre tendremos derecho a ser informados, tratados con respeto y a transitar el contrato sin salir lastimados. Y si alguna cláusula cruza la línea, la justicia estará ahí para ponerla en su lugar.

En otras palabras: soñar con un 0Km es hermoso… pero firmar con los ojos cerrados es jugar con fuego. Las promesas brillan, pero la realidad del contrato puede quemar. Si vamos a entrar en un plan de ahorro leamos cada línea y asesorémonos sobre su conveniencia según nuestros ingresos; no nos dejemos deslumbrar por un contrato que casi nadie entiende.

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