Luis Garay: “La cárcel fue otro lugar de vida y el compañerismo, nuestra contención”
El investigador y expreso político presentará este martes en la UNSE, su nuevo libro: “Los colores del sol”.
Un libro de recuerdos contra el olvido y hasta una evocación de esos lapsos de felicidad que a muchos de los ex presos políticos lo salvaron de esa oscruridad que fue el encierro. Sin apelar a la revictimización, el investigador santiagueño Luis Garay esperó el momento preciso para plasmar en un libro, parte de esas historias que vivió como preso político, a través de “Los colores del sol”, una primera entrega de una serie de testimonios autobiográficos para transportarnos a las décadas del 60 y 70 en Argentina.
La trinchera de la solidaridad, el arte, las risas, sirvieron como contención colectiva delante de tanta oscuridad en los lugares donde Luis estuvo preso, entre enero de 1975 y el 16 de octubre de 1982, tanto en las cárceles de Santiago del Estero, La Plata, Caseros y Rawson.
“Este libro es el resultado de un trabajo solitario. Es mi recuerdo con todas sus imperfecciones, pero es lo que he podido reconstruir. Hay autores que indican que a medida que pasa el tiempo, lo que uno construye ya no es memoria. Pero también hay otros que señalan que es tan válida como cualquier otra memoria, independientemente del tiempo”, explica el autor a El Librepensador, sobre ese ejercicio que implica rememorar impresiones personales transcurridas en un contexto de encierro.
Su memoria es también la memoria del terror: sus sitios, sus detalles, las caras de los represores y de los detenidos, y de cómo agudizar la creatividad, para encontrar un destello de luz a tanta oscuridad alrededor.
Este martes 19 de noviembre desde las 19, será la presentación del libro “Los colores del sol” de Luis Garay, en el Aula 20 de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud de la UNSE. Presentación que estará a cargo de la Dra. Ana Teresa Martínez, directora del INDES y el Lic. Guillermo Martínez, del Grupo de Estudios Sociales en Derechos Humanos, bajo la moderación de la Dra. María Celeste Schnyder, también integrante del Equipo de Estudios Sociales en DD.HH.
¿Entre tantos libros escritos era una deuda pendiente hablar de tu lucha política antes y durante la última dictadura cívico-militar?
-Ha sido un trabajo solitario y no por una cuestión de personalismos, sino que no quise involucrar directamente a otras personas con los detalles de sus testimonios como ex presos políticos, un trabajo colectivo que me hubiese llevado más tiempo. Tampoco está escrito como prueba para algún juicio, sino que es el relato de una experiencia contada de manera diferente. Lo escribí durante la pandemia, con bastante tiempo para ir madurándolo y estar seguro de lo que estaba haciendo y a dónde quería llegar, sin necesariamente pensar en la revictimización, sino en contar a través de mis emociones y de todo lo que implicaba estar en los lugares donde estuve, con la idea de transmitir lo que se vivía, como un ciudadano común.
Hay una extraña paradoja entre el tormento del encierro y esa “hermosa” experiencia de aprendizaje y creatividad que implicó el compañerismo como resultado de una resistencia colectiva entre ustedes…
-Es que también uno cuando lo ve desde afuera, como una cosa compacta de dolor y sufrimiento que, si bien eso sucedía, también lo consideré como otro lugar de vida, donde uno tenía que seguir creciendo en la medida de lo posible, o en lo poco que nos dejaban. Y donde estaban contenidas todas las mismas emociones que uno vive afuera: la ausencia, el dolor, pero también el compañerismo, la risa, el humor, y el hecho de poder compartir, aprender y entender por qué uno estaba ahí. Mucha gente fue inocente. Todos los fuimos, pero había gente que no tenía la menor idea de las consecuencias que podía ocurrirle si recibía algún libro. Todos sufrimos de alguna manera, tal vez algunos más, otros menos, pero había que apechugar, sobre todo aprender.
¿Te costó retomar la militancia política cuando recuperaste la libertad?
-Eso fue algo que en realidad lo fui haciendo de a poco. En los momentos previos de salir en libertad ya discutíamos acerca del futuro y qué era conveniente hacer después. En mi caso personal y por una cuestión de sentido común, tras estar 8 años relativamente desconectado de la realidad que me rodeaba, pensaba que lo más conveniente era no perder conexión con la vida política. Trataba de ver lo que pasaba a mi alrededor y no retomar inmediatamente la militancia tal como lo veníamos haciendo. La realidad había cambiado, el partido al que pertenecíamos ya prácticamente no existía como institución, pero si nosotros. Había que rehacer todo. En mi caso, lo que hice fue resocializarme, establecer nuevas conexiones y espacios, pensando en lo que habíamos dejado de hacer y qué era necesario rehacer, en el mejor de los casos. Costó, porque Santiago del Estero es una provincia muy conservadora, y no era nada fácil encontrar trabajo o intentar estudiar. Mucha gente que era amiga o hasta familiares cercanos, se distanciaron. Pero igual de a poco fui cumpliendo con ese objetivo, de trabajar mucho por esa deuda grande, sobre todo por los compañeros que ya no estaban, y había que hacer justicia.
Sobre Luis Guillermo Garay
Empezó a militar durante sus estudios secundarios en el Bachillerato Humanista Moderno de Santiago del Estero en organismos de solidaridad con los presos políticos, vinculados al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). En 1973, comenzó la carrera de filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, donde continuó con su militancia.
A fines de 1974 volvió a Santiago del Estero, hasta que el 24 de enero de 1975 fue detenido en el Colegio de Médicos de esa ciudad y llevado a las dependencias del Departamento de Informaciones de la Policía (SIDE, DIP o D-2). Un mes después de su detención, fue pasado a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). Entre enero de 1975 y el 16 de octubre de 1982 estuvo detenido en las cárceles de Santiago del Estero, La Plata, Caseros y Rawson. Salió de este último penal bajo libertad vigilada, condición en la que permaneció hasta el 10 de diciembre de 1983.
En 1983 comenzó a trabajar en el Instituto de Lingüística, Folklore y Arqueología de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE). En 1985 retomó sus estudios universitarios, esta vez en la carrera de Ingeniería Informática de la Universidad Católica de Santiago del Estero. En cuanto a su militancia política, en la década del ochenta integró en sus inicios el Movimiento Todos por la Patria (MTP) y luego la Izquierda Democrática Popular (IDEPO). En 2005, fue convencional de la Convención Constituyente que reformó la Constitución de Santiago del Estero. Llegó a ese cargo como parte de la Multisectorial, una alianza de distintas fuerzas políticas y sociales opositoras al juarismo. Declaró en cinco juicios, entre ellos los de la Megacausa de Santiago del Estero. Actualmente, es el director del Instituto Espacio para la Memoria (IEM).
En agosto de 2024, Luis Garay se acogió al beneficio de la jubilación después de más de 30 años de trayectoria en el Instituto de Lingüística, Folklore y Arqueología de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud de la UNSE. Durante su carrera en el ILFyA, Luis ha desempeñado diversos roles, incluyendo trabajador nodocente, investigador, director de la Diplomatura en Quichua y director del instituto.
Entre sus libros, se destacan: “Camino real. (Caminos del tiempo)”; “Memorias: 60° Aniversario de la creación del Instituto de Lingüística, Folklore y Arqueología”, escrito junto a José Togo y Carlos Bonetti. Con estos mismos autores, publicó: “Documentos coloniales, pueblos de indios y otros registros de la jurisdicción de Santiago del Estero. Siglos XVIII y XIX. 1782-1814 (II parte)”, entre otros trabajos.
Textos: Omar Estanciero
Foto de portada: Prensa Facultad de Humanidades de la UNSE (https://fhu.unse.edu.ar/).