Los hábitos que los neurólogos recomiendan evitar para proteger el cerebro y prevenir la demencia
Conocé los comportamientos cotidianos que hay que desterrar para reducir el riesgo de deterioro cognitivo y preservar la salud cerebral a largo plazo.

Cuidar el cerebro no depende solo de la genética ni de soluciones rápidas. Los hábitos cotidianos —movimiento, descanso, manejo del estrés y reducción de riesgos— influyen directamente en la memoria, el pensamiento y las funciones cognitivas con el paso del tiempo.
Cinco hábitos que los neurólogos recomiendan evitar para proteger la salud cerebral
1. El sedentarismo
El sedentarismo es uno de los principales hábitos a evitar. Según Antonio Puente, jefe de psicología en la Universidad George Washington, la clave para preservar la agudeza mental está en cambios sostenidos de estilo de vida, no en remedios milagrosos.
2. Estrés
El manejo del estrés es otro factor decisivo. La neuróloga Claudia Muñoz explica que las reacciones de pánico refuerzan circuitos negativos en el cerebro y, sostenidas en el tiempo, generan efectos duraderos. Por eso, aconseja respuestas más equilibradas ante los contratiempos diarios.
3. Dormir poco
Dormir entre siete y ocho horas resulta esencial, recuerda Shae Datta, neuróloga del Hospital NYU Langone. Durante el sueño, el sistema glinfático elimina desechos que, si se acumulan, elevan el riesgo de deterioro cognitivo y demencia.
4. No usar casco cuando la actividad lo requiere
Evitar lesiones craneales es prioritario. Puente advierte que incluso caídas leves sin casco pueden provocar daños cerebrales y aumentar el riesgo futuro de demencia. Por ello, recomienda protección siempre que la actividad lo requiera.
5. Consumir alcohol
Los neurólogos también limitan estrictamente el alcohol. Aunque el daño del consumo excesivo está probado, estudios recientes señalan que incluso una o dos bebidas diarias pueden afectar la estructura cerebral. Datta, por ejemplo, decidió dejar de beber salvo en ocasiones excepcionales.
Estos cinco hábitos, respaldados por investigaciones como las de Harvard Health, muestran que la prevención depende de decisiones cotidianas: mantenerse activo, dormir bien, gestionar el estrés, evitar lesiones y reducir el alcohol. Reconocer estos riesgos permite elegir prácticas más saludables para proteger el cerebro a largo plazo.



