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Argentina entre dos espejos: de Menem a Milei, la misma receta de entrega

Con el gobierno libertario se repite la historia del fracaso neoliberal ya vivido durante el menemismo, cuyas consecuencias paga -invariablemente- la mayoría de los argentinos.

Por Gabriel Coronel Chalfón

En los momentos más álgidos de la historia Argentina, siempre se repite el mismo libreto: crisis económica, promesas de “orden” y un ajuste brutal. Medidas que siempre terminan favoreciendo a los grandes intereses extranjeros, mientras el pueblo paga la factura.

 

Hoy, bajo el gobierno de Javier Milei, el país revive las sombras del segundo mandato de Carlos Menem, cuando las privatizaciones y la extranjerización de los recursos marcaron el rumbo de una década nefasta y lógicamente perdida.

 

EL DÉJÀ VU DE LAS RECETAS NEOLIBERALES           

En los años ‘90, el menemismo prometía modernización, pero la contracara fue la entrega sistemática del patrimonio nacional: la venta de YPF, el desguace de las empresas públicas, la flexibilización – explotación laboral y el aumento del desempleo estructural. Todo bajo el paraguas de un discurso “eficiente” que, en la práctica, vació al Estado y consolidó una ¨élite¨ beneficiaria del saqueo.

 

Hoy, Milei retoma esas banderas, aunque con un dogmatismo aún más radical. La idea de que “el Estado es el enemigo” lo lleva a desmantelar áreas sensibles como salud, educación, ciencia, etc., mientras abre de par en par la puerta a la explotación indiscriminada de recursos humanos y naturales. La lógica es la misma: reducir al pueblo a mero espectador de su propia tragedia.

 

CRISIS, DESESPERANZA Y ENTREGA

En 1995, el desempleo tocaba picos históricos, y la pobreza comenzaba a consolidarse como fenómeno estructural. En 2025, la inflación descontrolada (es imposible sostener los índices oficiales), la recesión y el hambre dibujan un panorama similar. La población es empujada al límite, al borde del abismo, y en ese estado de vulnerabilidad se busca justificar las medidas más duras para el pueblo. El tenemos que estar mal para estar bien, un slongan tragicómico, con un argumento dramático y un final tristísimo.

 

La pregunta es si la sociedad argentina volverá a tolerar un ciclo de destrucción nacional en nombre de la “libertad de mercado”. Porque lo que se juega en esta coyuntura no es solo un modelo económico, sino el destino mismo del país como proyecto federal y soberano, porque en cruda la realidad el añorado federalismo de nuestros caudillos esta cada día más lejano.

 

UN FUTURO HIPOTECADO

Así como Menem hipotecó la Argentina al FMI y a los capitales extranjeros, Milei parece decidido a profundizar esa senda con un dramatismo inédito. La idea de dolarización, de entregar Vaca Muerta y el litio, del vaciamiento del Banco Central, entre otras, son señales claras de un país puesto en venta.

 

La historia enseña que detrás de cada ola neoliberal, el costo social se mide en generaciones perdidas, tejido social roto y una Nación cada vez más dependiente. La diferencia es que ahora los tiempos se aceleran: lo que en los 90 llevó años, hoy ocurre en meses.

 

ENTRE LA MEMORIA Y LA RESISTENCIA

Si algo nos deja el espejo de Menem es la advertencia de lo que puede venir. La memoria no es un lujo: es un arma de defensa.

 

Reconocer las similitudes, entre aquel pasado y esté presente, es el primer paso para frenar la repetición de un ciclo que amenaza con condenarnos, una vez más.

 

La pregunta que late es si el pueblo argentino, herido, pero con memoria, permitirá otros años de entrega o si, esta vez, logrará torcer el rumbo antes de que sea demasiado tarde.

 

 

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