DestacadosLocales

La Iglesia santiagueña llama a superar “las injusticias sociales, la indolencia del desamor y el pecado”

El cardenal Bokalic, el obispo auxiliar Martínez Ossola y el titular de la diócesis de Añatuya, Corral, emitieron un documento de fin de año.

Las máximas autoridades de la Iglesia santiagueña llamaron a la unidad de los santiagueños y el pueblo argentino, al tiempo que instaron a superar con el ejemplo de Cristo “las injusticias sociales, la indolencia del desamor y el pecado”.

 

El cardenal Vicente Bokalic, el obispo auxiliar de la diócesis Enrique Martínez Ossola y el obispo de Añatuya, José Luis Corral indicaron que “en la cercanía de estas fiestas, queremos desearles a todas las comunidades (…) de la Arquidiócesis de Santiago del Estero y de la Diócesis de Añatuya unas muy felices fiestas de Navidad y Año Nuevo. Este año, en nuestra provincia de Santiago del Estero, hemos recibido hermosos regalos para compartir como Iglesia entre nosotros y con el resto de los hermanos de todo el país”.

 

Y enumeraron la canonización de Mama Antula, la designación de nuestra Iglesia Particular de Santiago del Estero como Primada y su elevación a Arquidiócesis, y, finalmente, el cardenalato de monseñor Vicente Bokalic. “Estos regalos, entre otros muchos, quizás no tan publicitados en los medios nacionales, pero que reconocemos como gracias y bendiciones del Señor en nuestra tierra y para con nuestro pueblo, son signos del amor generoso de Dios que lo prodiga sin reservas y sin cálculos”, reflexionaron.

 

“Este tiempo nos dispone a recibir el amor de Dios hecho carne en Jesucristo, ‘Dios con nosotros’, cercanía y misericordia que se hace pan partido, fuente de salvación, luz que alumbra las tinieblas y compañía para el camino de la vida. Su presencia nos renueva la esperanza de saber que no estamos solos, que Alguien se pone de nuestra parte y nos extiende su mano en nuestras necesidades”, expresaron.

 

“Junto al pesebre de Belén, junto a los últimos y a quienes están en las periferias de nuestras comunidades, todos tenemos lugar –subrayaron-. Allí se alumbra la esperanza de un mundo nuevo que surge desde abajo y desde la ternura del Niño que viene a transformarnos, para que superemos las injusticias sociales, la indolencia del desamor y el pecado que busca anidar en nuestros corazones. Cuando todo parece quebrarse en nuestro interior o en el corazón de la historia, surgen la alegría y la esperanza”.

 

Los referentes de la Iglesia sostuvieron: “Queremos reavivar la esperanza que nos sostiene en el camino y que se convierte en paciencia, resistencia, perseverancia, aguante y fortaleza para no bajar los brazos en el compromiso con el bien común y para que la dignidad de los hijos de Dios sea respetada y promovida en todas las dimensiones”.

 

“Desde Jesucristo, arraigados y edificados en la fe y el amor, afrontamos con esperanza cierta el futuro, sin derrotismos ni pereza, rechazando cualquier forma de apatía que nos debilite y nos deje sin motivaciones ni fuerzas para avanzar juntos por el camino que Él nos ha abierto”, precisaron.

 

“Que la gran alegría que los ángeles anunciaron por el nacimiento del Salvador a los pastores nos envuelva con su luz, para siempre volver a encender la llama de la esperanza, que es antídoto contra la indiferencia, la insensibilidad o la impotencia. La luz brilla en la noche y sus pequeños rayos vencen la oscuridad de la incredulidad y la confusión de la inequidad, que parecían invencibles e infranqueables”.

 

“La esperanza es el ancla que nos invita a mirar hacia adelante con confianza y fecunda nuestro presente con nuevos horizontes. Nuestra esperanza es Jesús, y sabemos que no nos defraudará. Él nos atrae, como en Belén, no por su grandiosidad espectacular que deslumbra, sino, más bien, por su sencilla simplicidad, que nos libera del triunfalismo que nos lleva al optimismo ingenuo y del derrotismo que nos sumerge en abismos de desesperación”.

 

“Estamos prontos a iniciar el Jubileo del Año 2025, donde el Papa Francisco nos convoca a ser Peregrinos de la Esperanza. Pedimos a la Virgen María, Madre de la Esperanza, que nos ayude a contagiarla entre los hermanos, cuando se viven tantas desilusiones, carencias, fragilidades y frustraciones. Que el Año Nuevo nos encuentre más unidos y que podamos sellar, junto al Niño Dios, nuestra alianza de comunión en paz y justicia, en verdad y libertad, para ser testigos de esta esperanza viva que es camino, que es compromiso, que es coraje, finalizaron.

Artículos Relacionados

Volver al botón superior
Open chat
Hola
Ponte en contacto con nosotros.