La Cumbre de Guayaquil: qué es lo ocurrió detrás del encuentro entre San Martín y Simón Bolívar
Dos miradas sobre la histórica entrevista, donde el prócer argentino decidió abandonar Perú y dejarle a Bolívar la dirección militar de la campaña libertadora.
Uno de los misterios más grandes de la historia americana gira alrededor del contenido del Encuentro de Guayaquil, una reunión que tuvo lugar durante las jornadas del 26 y 27 de julio de 1822 entre dos de los próceres más importantes de la región: José de San Martín y Simón Bolívar.
En ese entonces las guerras por las independencias americanas habían alcanzado su punto cúlmine, tras las revoluciones nacionales de Argentina, Chile, Venezuela y Colombia, de las que estos dirigentes militares, e inevitablemente políticos fueron clave, enfrentaba su etapa final.
“El destino de San Martín. La traición de Guayaquil”, es un libro escrito por el historiador argentino Ariel Gustavo Pérez. Guiado por esta pasión por la historia, hace 14 años se le presentó la oportunidad de cruzar la Cordillera de los Andes por el Valle de los Patos; al igual que lo hizo San Martín durante la liberación de Latinoamérica.
En su libro hace un repaso por el encuentro entre los dos próceres latinoamericanos, que marcó el final de la aventura político-militar de San Martín en América:
“Ésta es la historia de ese momento crucial de la independencia latinoamericana y el porqué de la obligada y necesaria salida de San Martín de Lima.
Bolívar necesitó y pidió, pero después no devolvió, ofreció y luego no mandó, aseguró que no haría lo que después hizo, prometió cosas que no cumplió y se burló de personas a las que le debía mucho, siempre amparado en un bien mayor.
La historia ha sido demasiado indulgente con el Libertador de Venezuela, Colombia y Perú, tal vez innecesariamente. Simón Bolívar no lo precisa para ser uno de los dos hombres más grandes de América, “el hombre más extraordinario que ha producido la América del Sur según escribiera el propio San Martín, y nada de lo que yo escriba en estas páginas podrá cambiar eso.
Pero la realidad es esta y yo deseo contarla.
Cuando San Martín llega a Guayaquil acompañado de tres navíos de transporte en los que debían volver a Perú las tropas prestadas, con las que el venezolano había conseguido el triunfo en Riobamba (los cuales debieron volver vacíos, ya que Bolívar no las llevó a Guayaquil a pesar de haberlo asegurado), encuentra que éste había llegado 15 días antes con 2.000 hombres y tomado por la fuerza esa ciudad, con lo que la provincia de Guayaquil quedaba anexada a la Gran Colombia y ahora compartía fronteras con el Perú, otra cosa que había asegurado que no haría.
También había intervenido en la elección que el Congreso guayaquileño se prestaba a efectuar para que el pueblo eligiera entre tres opciones de gobierno futuro: Incorporarse al Perú, unirse a Colombia o permanecer independientes.
Bolívar sabía que no era bienvenido en ese lugar y se adelantó para no permitir que el pueblo se expresara, cuestión en la que también había asegurado no intervendría.
Aún embarcado, San Martín recibe a los miembros del depuesto gobierno de Guayaquil que habían tomado asilo en una de las naves de transporte peruanas que llegara unos días antes, y se entera de las funestas novedades. Asombrado y confundido, se niega a bajar a tierra, y permanece todo un día a bordo de la goleta “Macedonia”, en donde recibe a los edecanes que le manda Bolívar para invitarlo a desembarcar, a lo que se niega. Visiblemente molesto decide volver a Lima sin pisar tierra, cuando Simón Bolívar llega a invitarlo en persona. San Martín decide no romper las relaciones (cosa que hubiera tenido las consecuencias que deseaba frenar) y, para no desairar al Libertador de Colombia, acepta desembarcar.
Grande sería su disgusto cuando Bolívar lo recibe en el puerto horas después, muy afable y verborrágico, agradeciéndole pisar “suelo colombiano”.
Consumada la traición, llegaba el tiempo de la hipocresía.
Los secretos y controversias de la reunión, desde otra mirada
La entrevista de Guayaquil siempre estuvo rodeada de secretos y versiones contrapuestas según el origen de las mismas. Diego Lo Tártaro, presidente del Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales (Iader) y estudioso de temas históricos, sostiene que el pensamiento de San Martín y Bolívar sobre la suerte de Guayaquil era concordante en cuanto al objetivo, pero disentían en cuanto a la conformación política de la misma ya que Bolívar quería su incorporación a Colombia. Sostiene que si bien San Martíncreía conveniente su incorporación a Perú, era partidario de respetar la voluntad libre y soberana del pueblo guayaquileño.
Estas posiciones se evidencian en la correspondencia de ambos libertadores, como esta misiva que San Martín envía a Bolívar, fechada el 3 de marzo de 1822:
“Al libertador de Colombia. 3 de marzo de 1822. Excmo. Señor: Por las comunicaciones que en copia me ha dirigido el gobierno de Guayaquil, tengo el sentimiento de ver la seria intimidación que le ha hecho V. E. para que aquella provincia se agregue al territorio de Colombia, Siempre he creído que en tan delicado negocio el voto espontáneo de Guayaquil sería el principio que fijase la conducta de los Estados limítrofes, a ninguno de los cuales compete prevenir por la fuerza la deliberación de los pueblos. Tan sagrado ha sido para mí este deber, desde la primera vez que mandé mis diputados cerca de aquel gobierno, me abstuve de influir en lo que no tenía una relación esencial con el objeto de la guerra del continente. Si V. E. me permite hablarle en un lenguaje digno de la exaltación de su nombre y análogo a mis sentimientos, osaré decirle que no es nuestro destino emplear la espada para otro fin que no sea el de confirmar el derecho que hemos adquirido en los combates para ser aclamados por libertadores de nuestra patria. Dejemos que Guayaquil consulte su destino y medite sus intereses para agregarse libremente a la sección que le convenga, porque tampoco puede quedar aislado sin perjuicio de ambos. Yo no puedo ni quiero dejar de esperar que el día en que se realice nuestra entrevista, el primer abrazo que nos demos transigirá cuantas dificultades existan y será la garantía de la unión que ligue ambos Estados, sin que haya obstáculo que no se remueva definitivamente.
Entre tanto, ruego a V. E. se persuada de que la gloria de Colombia y la del Perú son un solo objeto para mí y que apenas concluya la campaña, en que el enemigo va a hacer el último experimento reuniendo todas sus fuerzas, volaré a encontrar a V. E. y a sellar nuestra gloria, que en gran parte ya no depende sino de nosotros mismos. Acepte V. E. los sentimientos de admiración y aprecio con que soy de V. E. su atento y obediente servidor”.
Aquí San Martín expresa claramente su opinión sobre el tema Guayaquil, solicitándole amablemente a Bolívar que no avance en sus pretensiones, a lo que el colombiano responde con otra mentira: “Consultaré al pueblo de Guayaquil” escribe el 22 de junio, pero entra en Guayaquil 19 días después (el 11 de julio) con sus tropas y la anexa por la fuerza, antes que se reuniera la Junta Electoral.
Bolívar el 2 de enero de 1822 en nota que dirige a la Junta de Guayaquil expresa:
“Guayaquil es complemento del territorio de Colombia…que no tiene derecho a separarse de una asociación a que pertenece ni permitirá jamás que ningún poder de América entre a su territorio”.
Diego Lo Tártaro sostiene que se debe tener muy presente que los realistas siempre reconocieron y aceptaron a Guayaquil como parte del virreinato del Perú. Estas divergencias políticas y estratégicas en cuanto al destino de lo que hoy es Ecuador, pero fundamentalmente la terminación de la guerra y cuál debía ser la definitiva conformación política a adoptar en América del sur fueron la razón que motivó el encuentro entre ambos libertadores en Guayaquil.
Pero la provincia de Guayaquil había declarado su independencia pocos días después de la llegada de San Martín a costas peruanas y, por historia y voto del pueblo, si finalmente su decisión era unirse a uno de sus vecinos y no seguir independiente, esa elección era claramente a favor del Perú. Así lo entendía San Martín. pero más lo sabía Bolívar. Y ante la prudencia del Protector del Perú que reclamaba postergar una decisión sobre el futuro de ese importante enclave y dejar que se decidiera por decisión propia, se opuso la ambiciosa pretensión de Bolívar, la invadió que días antes pocos de la pactada entrevista entre ambos jefes, con el objeto de no permitir la reunión de la Junta Electoral para que no se expresara el pueblo y presentar así un hecho consumado que no podría volverse atrás sin una guerra entre ambos países, conflicto armado que debería declarar San Martín. Pero el Libertador de Colombia no se limitó a dar ese golpe de facto, intuyendo que su oponente no se atrevería por prudencia (y falta de recursos) a oponerse, sino que le escatimó el apoyo militar necesario para terminar con los realistas en el Perú, poniéndolo en una situación de no retorno.
Es evidente el desequilibrio de poderes tanto militares y estratégicos con Bolívar, pero fundamentalmente es la concepción del orden político que debía darse a esta parte de América lo que los distancia y separa; uno republicano, el otro inclinado por la monarquía, estos hechos y realidades son los que finalizada la entrevista motivan a San Martín a adoptar una definitiva actitud: la renuncia.
Luego vuelto a su tierra la anarquía que dominaba la política en Buenos Aires determina su futuro, primero el retiro militar y político y luego el definitivo exilio.
Un lugar, Guayaquil, dos hombres: San Martín y Bolívar, dos reuniones, dos objetivos comunes. La libertad de la tierra que los vio nacer. Un enemigo común: los realistas. Ambos logran sus objetivos, luego un destino común: la desilusión y el exilio. Finalmente y definitivamente: la común gloria eterna.
Fuentes consultadas: El destino de San Martín. La traición de Guayaquil, de Ariel Gustavo Pérez.
Entrevista de Guayaquil: secretos y realidades, por Diego Lo Tártaro.