Frías tuvo su “Marcha de los Bombos” por los 150 años de la ciudad

Frías vivió este sábado la “Marcha de los Bombos”, protagonizada por el luthier santiagueño Froilán “El Indio” González y su asesora cultural “Tere” Castronuovo, que acompañaron al intendente Néstor Humberto Salím en una recorrida por la ciudad, en el marco de su aniversario 150.

La marcha comenzó en la Estación Frías del Ferrocarril Belgrano Cargas, para atravesar la ciudad hasta la Plazoleta del Encuentro, donde finalizó con un espectáculo musical a cargo de de artistas locales.

“Qué lindo cuando un pueblo celebra y no se olvida de cosas como su cumpleaños, o de aquella fiesta que era el Festival del Bombo, en Frías. Yo vine por primera vez cuando se hizo el encuentro de poetas y artesanos del NOA, por invitación de la ‘Pocha’ (Ramos)”, recordó Froilán, en alusión a la poetisa friense. “Se estaba por inaugurar el anfiteatro en esa época, faltaba el piso me acuerdo”, añadió.

Castronuovo, por su parte, agradeció a Salím por la invitación a la celebración y dijo: “De eso se trata, de que una vez más el Estado cumple con la cultura popular. Estuvimos hace poco en Moreno (provincia de Buenos Aires) y le pregunté a la intendente cómo había reunido tanta gente: “No abro más unidades básicas, sino centros culturales”, me contestó. De eso se trata, de unirnos, de convocarnos y de saber que nos hacen parte de este cumpleaños tan hermoso. Nosotros somos la cara visible de esta marcha, pero hay muchos de los que hemos aprendido”.

La esposa de El Indio también manifestó su deseo de que “vuelva este Festival del Bombo, ícono de Frías, porque nos nutrimos de ahí, de San Gil, de San Estéban”, reconoció.

Froilán rememoró sus inicios como luthier: “Gracias porque creo que fue la primera ciudad que comenzó con el Festival del Bombo en Santiago del Estero. Y el bombo hoy es un estandarte, porque antes era el mal mirao’, porque la que tenía estatus era la guitarra hecha en una fábrica. Al que lo veían con un bombo le decían ‘ese es un borracho’, ¿qué cosa, no? Cómo cambia todo y hoy es un estandarte de Santiago hacia Argentina y el mundo”.

“Gracias porque es un designio de Dios que nosotros vivíamos de la pesca en el río Dulce o Misqui Mayu y ahí encontramos un tronco de ceibo con mi papá, Ramón, y mi hermano, Miguel –recordó-. Y le pregunté a mi papá para qué era y me contestó que para hacer bombos. Lo encontramos río arriba y llevarlo era trabajoso porque era pesado, entonces lo hicimos flotar en el agua, porque no se hunde”.

“El tío Polo, que era músico y hacía bombos, vivía a tres kilómetros de nuestra casa, en el Huaico Hondo. Recuerdo que cuando llegamos a esa altura y había que sacarlo de agua era muy pesado y como era redondo no lo podíamos agarrar. Y había que jalarlo como 500 metros hasta llegar a su casa y ya estábamos cansadísimos, cuando nos sentamos y mi papá nos dijo ‘me parece que lo vamos a hacer nosotros’. Las únicas herramientas que teníamos eran un hacha y una masa, pero no la gubia con la que se extrae el corazón del tronco. Ahí empieza la historia. Yo tenía casi 11 años y hace 62 que hago bombos”, evocó Froilán.

“Hace 62 años y todavía sigo aprendiendo porque tiene tantas cosas este instrumento que, por suerte, allá por el año 1967 aprendí que el bombo se afinaba y de ahí estoy buscando y encontrándole cosas para que el sonido sea perfecto. Hoy la tecnología del sonido nos mueve a todos a cambiar lo que hacíamos antes: la afinación, el cuero que debe ser de cabra adulta, el ceibo que debe superar los 30 años. Y alguno se preguntará cómo sé si no tiene documento el árbol, pero lo veo en la corteza el árbol. Un ingeniero alemán me puso a prueba para ver cómo sabía cuántos años tenía el árbol sin cortarlo. Las cosas se van aprendiendo cuando uno le pone amor”, finalizó.