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Ferroviarios del gremio La Fraternidad elogiaron el museo de Sumampa

Una delegación de trabajadores agremiados recorrieron la estación y museo de esa ciudad del sur provincial.

Más de un centenar de trabajadores ferroviarios, nucleados en el Sindicato La Fraternidad, visitaron este viernes la estación museo y compartieron un momento cargado de historia y emoción.

 

En su paso, hicieron una valiosa donación al museo de objetos ferroviarios, piezas que fueron parte de la vida cotidiana de quienes hicieron grande el ferrocarril argentino.

 

Además, en nombre del secretario general del sindicato, Omar Maturano, entregaron a la directora de Turismo y Cultura, Marcela Acuña, una placa recordatoria y una estatuilla, en reconocimiento al esfuerzo del municipio por preservar la memoria ferroviaria como legado histórico y por devolverle vida a un ícono de la identidad de esa ciudad con la restauración de la “Estación Sumampa”.

 

La estación Sumampa surgió en el mismo ámbito geográfico de la Villa de Sumampa, en 1932, cuando se produjo la instalación de la Estación ferroviaria en terrenos que se denominaban en esa época Puesto o Merced de Rojas. Esto surge de la mensura practicada en 1853, a pedido de don Rafael Rojas, en su carácter de descendiente del estanciero portugués Antonio Farías de Sáa, quien donó parte de su propiedad a la Virgen de la Consolación, en lo que actualmente se llama campo de la Virgen.

Saá fue quien encargó dos imágenes de la virgen de la Inmaculada Concepción a un connacional en Brasil, que le remitió dos estatuillas para que eligiera, en un contingente que partió de Buenos Aires, en marzo de 1630. Pero la leyenda cuenta que los bueyes que tiraban del carro que las transportaba se detuvo sin remedio en el río Luján, lo que fue interpretado como deseo de la virgen de quedar allí, lo que daría lugar al santuario más concurrido de Argentina. La otra imagen siguió camino hacia Sumampa, donde también es objeto de devoción.

 

Según la primera acta de la primera comisión municipal, realizada el 20 de noviembre de 1933, el Poder Ejecutivo autorizó la expropiación de los terrenos de la iglesia, y allí empiezan a construirse el trazado del pueblo, donde las primeras familias sumampeñas se instalan.

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