Ciencias

Estudiantes argentinos ganaron una competencia internacional de la NASA 

Un grupo de alumnos del Southern International School, de Hudson, Berazategui, logró el primer puesto en la International Design Space Settlement Competition. Debieron crear un innovador asentamiento espacial en Venus y se impusieron a equipos de todo el mundo.

Un grupo de estudiantes argentinos del Southern International School de Hudson, Berazategui, hizo historia al ganar la final mundial de la International Design Space Settlement Competition (IDSSC), de la NASA, celebrada en Orlando, Estados Unidos.

 

Después de un intenso desafío de tres días, el equipo compuesto por Victoria Gabrieludis, Paula Leguizamón, Martina Mendez, Clara Pérez Beitia, Luciana Zabala, Juan Bautista Filloy, Valentino Paolucci Siemens y Lucio Venier, y coordinado por Javiero Portillo, volvió a casa con el primer puesto demostrando talento, trabajo en equipo y una destacada capacidad para innovar.

 

Los chicos ya habían brillado al ganar el Desafío Espacial Latinoamericano (DESLA) 2025, un certamen educativo de la NASA donde diseñaron una colonia turística en Europa, una luna de Júpiter. Gracias a ese triunfo, lograron clasificar para la competencia internacional en EE.UU., donde debieron enfrentar nuevos desafíos todavía más exigentes, esta vez al diseñar una base científica en Venus.

 

“Nos preparamos durante meses para este momento, y viajar a Florida para representar a Latinoamérica fue un orgullo enorme”, contó Victoria Gabrieludis a TN Tecno. “La experiencia fue algo que jamás imaginé, trabajar con jóvenes de otros países, compartir horas y esfuerzo hasta la madrugada, y finalmente ganar… es algo que nos marcará para siempre”.

 

La ISSDC es una competencia que exige no solo conocimientos técnicos, sino también habilidades de liderazgo y comunicación. Durante tres días, los estudiantes trabajaron sin descanso para diseñar y presentar un proyecto integral de una base en Venus que cumpliera con rigurosos requisitos científicos, estructurales y económicos.

 

“En la NASA, la competencia duró básicamente tres días”, recordó Valentino Paolucci Siemens. “Primero nos separaron en grupos y nos contaron las distintas áreas que necesitaba cada empresa, los roles que iban a existir. Luego hicimos una especie de elecciones democráticas para definir los cuatro roles principales dentro de cada empresa. Los que queríamos postularnos, dábamos un discurso explicando por qué debíamos tener ese cargo, y después votábamos. Así elegimos a los cuatro referentes y luego cada uno se fue al área que prefería”.

 

“Fueron casi 40 horas sin dormir, con mucha presión, pero también mucha motivación”, relató Juan Filloy, quien lideró el departamento de negocios del equipo. “Tuvimos que organizar tareas, resolver problemas complejos y convencer a los jueces con nuestra presentación. Ganar fue una explosión de alegría; no parábamos de festejar con estudiantes de Portugal, Australia y España. Sentí un orgullo enorme de representar a nuestro país y a Latinoamérica”.

 

“El primer día pudimos dormir bien, pero el segundo fue lapidario. Teníamos que entregar el trabajo a las 7 de la mañana, y esa presentación era la que íbamos a defender el día siguiente, no se podía cambiar nada. Nos quedamos trabajando hasta muy tarde, yo personalmente me quedé hasta las 6 de la mañana. El día de la presentación fue único, una locura, con charlas increíbles. Cuando dijeron que habíamos ganado fue emocionante, hermoso. Más que nada por todo el trabajo y esfuerzo que le pusimos a la competencia, haber ganado fue algo increíble”, agregó Valentino.

 

Filloy detalló la exigencia de la competencia: “Los dos días de preparación fueron superintensos. El primero fue más tranquilo porque estábamos definiendo la estrategia, pero el segundo fue implacable: 24 horas casi sin dormir. Dormí dos siestas de una hora y media como máximo durante todo el domingo al lunes. Fueron cerca de 40 horas de trabajo continuo, hablando con estudiantes de otros países, discutiendo problemas y buscando soluciones.

 

“Ganar fue una euforia total. Me quedé sin voz de tanto gritar, cantar y festejar. Abrazamos a estudiantes de Portugal, Australia, España… Fue una hermosa forma de cerrar una experiencia inolvidable. Además de lo técnico, lo que más me llevo es el aprendizaje en liderazgo. Teníamos roles ejecutivos —presidente, vicepresidente de ingeniería, vicepresidente de marketing— que te obligaban a liderar, postularte y que te votaran. Yo me postulé para líder y perdí, pero me sirvió para enfocarme y trabajar aún más”, agregó.

 

Juan también destacó la dificultad y el valor del trabajo en equipo: “Éramos 60 personas. Aunque parezca que cuantas más personas hay es más fácil, pasó todo lo contrario: era más descontrolado y complicado coordinarse. Cuanto más difícil es, más aprendés. Además, me gustó que valoraran mucho la habilidad de vender y convencer. El primer día nos dieron una charla sobre cómo vender tu producto e idea, y creo que ganar se basó también en eso: en cómo presentamos y convencimos a los jueces, apelando no solo a la lógica, sino también a los sentimientos”.

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