El vino en Santiago del Estero: de tener la primera vid del país a un presente de producción en crecimiento
El siglo XXI trajo consigo una generación de emprendedores que se animó a probar nuevas técnicas, cultivar cepas de calidad y animarse a comercializar esta bebida que es parte del orgullo productivo de la Argentina.
La vitivinicultura en la Argentina cuenta con más de cinco siglos de historia y, aunque probablemente muchos no lo sepan, Santiago del Estero marcó el inicio de la producción del vino en el país en 1556, como parte de la exploración y colonización del norte argentino.
Con el tiempo, se empezaron a plantar vides en más lugares de Argentina, por esp en este informe, desde El Librepensador, te contamos sobre la incidencia que tuvo la “Madre de Ciudades” con la primera plantación de vid, clave en la historia del vino argentino.
En su libro “Al gran pueblo argentino, salud. Una historia del vino, la bebida nacional” (Editorial Planeta), el historiador Felipe Pigna explica en el capítulo “La conquista del suelo” sobre los primeros viñedos que hubo en nuestra provincia y que luego se extendieron por otras del noroeste y centro de la Argentina.
Cuenta la historia que hacia mediados de 1556 -con Santiago ya fundada por Francisco de Aguirre- el núcleo de españoles establecidos en la incipiente “Madre de Ciudades” conformaba una pequeña aldea que aún no contaba con un sacerdote que se encargase de los oficios religiosos, entonces decidieron ir a buscar uno a Chile, de cuya jurisdicción dependían.
Así lograron dar con el fray Juan Cidrón o Cedrón, quien traía consigo para estas tierras “semillas de algodón e plantas de viña”, que resultaron “de mucho provecho […] porque en la tierra no había más [cultivos que] de solo Máiz”, señalan los documentos.
Esta es la referencia documental más antigua que ha quedado sobre la llegada de la vid al actual territorio argentino, que luego tendría otras vías de acceso, desde Chile, pero también desde el Atlántico y el Alto Perú.
“En Santiago del Estero se planta la primera vid del territorio argentino”.
Después de Santiago, las primeras viñas en territorio argentino fueron a parar a Mendoza, también por acción del sacerdote Cedrón. “En Santiago del Estero se planta la primera vid del territorio argentino”, dice el historiador Pigna, a la que con mucho atino la define como “la bebida nacional, aunque mucha gente se enoje porque piensa que es el mate, pero el mate no es una bebida, es una infusión”.
Desde sus inicios, la producción del vino en la Argentina fue modesta, pero todo cambió en el siglo XIX con la llegada de inmigrantes europeos, principalmente de Italia y Francia, quienes introdujeron nuevas técnicas y cepas de calidad. Así comenzaron a hacerse vinos de excelente calidad en el país, aunque el caso de Santiago, más allá del antecedente histórico, no tuvo un lugar de preponderancia en la producción de vinos comparado a la región de Cuyo y toda la zona de valles de La Rioja, Salta, Tucumán o Catamarca, por nombras algunas provincias de la región que se consolidarían en la producción años después. Es decir que, por la conveniencia climática y del suelo, se trasladó la producción a la zona cordillerana.
La producción de azúcar y vino, de la mano de los italianos en tierras santiagueñas
La gran masa inmigratoria arribada durante el último cuarto del siglo XIX y primeras décadas del XX, permitió afianzarse en el poder a los terratenientes latifundistas, descargando sobre los recién llegados el costo de la reconversión de la producción ganadera en agrícola.
Amalia Gramajo de Martínez Moreno, en su trabajo “Los italianos en Santiago del Estero” y Antonio Castiglione, en “Presencia italiana en Santiago del Estero”, hablan de cuatro oleadas inmigratorias a la provincia que corresponden a la entrada de cuatro líneas férreas que a pesar de pertenecer a capitales ingleses eran construidas por técnicos y obreros italianos en su mayoría.
La irrupción de la migración de italianos a la provincia se producirá con el paso de la actual línea del ferrocarril General Manuel Belgrano (ese era su ultimo nombre en manos de la administración estatal) que concluye un ramal Córdoba – Tucumán en 1876 y entra a la capital santiagueña en 1884, fundando ciudades-estaciones en su camino en las que se radicaran numerosas familias italianas.
Estas ciudades son justamente Frías, Laprida, Villa San Martín conocida como Loreto y El Zanjón en el departamento Capital en la que se estableció una aspirante colonia de italianos, precursores de numerosos cultivos y de la industrialización de los mismos con la producción de azúcar y vino en establecimiento industriales propios.
A fines del siglo XIX, llega a Santiago del Estero, procedente de la región de Calabria en la isla italiana de Sicilia, don Juan Mayuli.
En tierra santiagueña, adquirió terrenos para sembrar plantas de membrillos, que con el correr de los años se conoció como los antiguos membrillares de don Juan Mayuli, hasta convertirse con el tiempo en el populoso barrio Smata, por iniciativa del gremio de los metalúrgicos que adquirió esos terrenos donde se construyeron casas.
A fines del siglo XIX, llega desde Italia a Santiago del Estero don Juan Mayuli, quien trae estacas de las mejores variedades de torrontés, tinto y semillona.
Antes de convertirse en barrio, sobre esas 20 hectáreas que dieron los mejores membrillos de Santiago, don Juan comenzó a dar forma un nuevo sueño, con la elección de la materia prima y la tecnología necesaria para la producción del vino. Hasta que logró contactarse con productores mendocinos para traer estacas de las mejores variedades de torrontés, tinto y semillona.
En poco tiempo, el paisaje santiagueño parecía en una postal cuyana y con las primeras cosechas, logró el montaje de la más completa bodega que se recuerde en estas tierras y que constituyó un orgullo para la provincia.
El Licenciado en Historia, Alejandro Yocca, señala en su trabajo “Historias de Inmigrantes en Santiago”, que el vino se vendía a domicilio y se transportaba en una jardinera especialmente acondicionada. El esplendor de las fiestas del Vinalar se medía entonces por la cantidad consumida de un tonel de vino local.
Los nuevos productores vitivinícolas de Santiago
Con los aportes de la historiografía, podemos observar que la experiencia del vino en Santiago del Estero desde fines del XIX, se debió en gran medida a la contribución de una gran corriente inmigratoria europea conocedores del quehacer vitivinícola, lo que posibilitó incluso instalar un cambio sustancial en el cultivo de la vid, más allá de las condiciones climáticas desfavorables de la provincia, por el alto calor en el verano.
Con las cepas de calidad que luego llegaron al país, aclimatar y adaptar esos cultivos en tierra santiagueñas ha sido y sigue siendo un gran desafío para la nueva generación de productores.
La experiencia de vino hoy exitosa, la tiene la finca María del Pilar ubicada en Higuera Chacra, departamento Robles. El ambicioso proyecto arrancó en 2012 con plantación de las primeras uvas para vinificar: Cabernet Sauvignon, Malbec, Sah y Petit Verdot, ampliando luego la producción con otro tipo de cepas.
La finca de la familia Luna, que comenzó como un proyecto para consumo familiar, hoy son productores comerciales de vino en Santiago y el país, y eso ya es motivo de mucho orgullo para la producción provincial.
La familia Dos Santos y otra noble apuesta
A 2 kilómetros de la ciudad santiagueña de Beltrán, la finca Dos Santos incursionó en el desafío de producir vides con las cepas de malbec, torrontés y petit berdot, un sueño familiar con grandes perspectivas.
El emprendedor José Dos Santos con su familia son unos apasionados por la viticultura y el sueño de hacer este proyecto, es un trabajo a largo plazo. “Este sueño viene desde hace mucho tiempo, de parte de mi papá. Él recordaba que cuando era niño, en la mesa de su familia se consumía el vino que se producía con la uva del patio de su casa. Siempre lo tuvo presente, y hace unos años mi papá se sumó al proyecto de la finca María del Pilar, revivió ese sueño”, comenta José, del sueño que él también es parte y se hizo realidad.
Sol Alto Bodega, poesía embotellada
A 32 kilómetros de la capital de Santiago del Estero, por Ruta Nacional 9 -kilómetro 1106-, está la localidad de Árraga, donde se encuentra el emprendimiento productivo Sol Alto Bodega.
Sol Alto nació por la influencia del poeta Bernardo Canal Feijóo, y su nombre hace alusión a un libro de poesía que nos recuerda a las expresiones que se usan en el campo santiagueño, cuando se quiere denotar que es tarde y que la mañana ya pasó.
En sus redes sociales, presentan a Santiago Nassif como el creador de la finca y la bodega, un emprendimiento vitivinícola que se muestra a la vez como un proyecto cultural, productivo, turístico y gastronómico de Santiago del Estero. Sus dos vinos emblemáticos aparecen en el mercado como Gambeta y El Juego Incierto.
En crecimiento
Paralelamente a estos emprendimientos de vinos con salida al mercado, hay otra importante cantidad de fincas en el departamento Robles, El Zanjón, Loreto, principalmente la zona de riego del Río Dulce, que están apostando al cultivo de viñedos para la elaboración de vinos, también en la ciudad de Bandera, como una manera de incentivar este tipo de producción que, hasta hace unos años, era impensada en nuestra provincia.
FUENTES CONSULTADAS
Documento “Historia de la vid y el vino. Desde los orígenes hasta nuestros días”, elaborado por el Fondo Vitivinícola de Mendoza.
“Al gran pueblo argentino salud. Una historia del vino, la bebida nacional” (Editorial Planeta), de Felipe Pigna.
Artículo “Declinación de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos “Unione e Fralellanza” en las postrimerías de su centenario. Primeras Jornadas de Reflexión “La inmigración Italiana en Santiago del Estero” (año 2003), del Lic. Alejandro Yocca.
“Los italianos en Santiago del Estero”, de Amalia Gramajo de Martínez.