El reloj de Casa de Gobierno volverá a marcar el tiempo y a llenarse de encanto con el eco de sus campanadas
Tras casi una década de silencio, esta pieza monumental que corona la sede del Ejecutivo provincial, recuperará todo su esplender en la ciudad.
Quién no se ha detenido un instante a contemplar la belleza arquitectónica que aún preservan varios edificios de Santiago del Estero. En medio del apuro que tenemos con nuestras vidas, la plaza, ha dejado de ser un espacio para detenerse, para sentarse un rato, descansar o hacer el falso intento de dejar la mente en blanco, aunque sea por un rato.
Están aquellos que aprovechan de ese lugar solaz que es la plaza para hacer todo eso que en el apuro, lo anulamos. Los detallistas, sobre todos los más memoriosos, esos que le pegan el ojo a todo, siempre están recordando el esplendor de su época, o la ciudad que fue Santiago hace apenas 10 años y cómo su crecimiento va dejando otra impronta a las fachadas de los edificios.
Hace poco, en Casa de Gobierno de la provincia surgió la iniciativa de inspeccionar el monumental reloj que se aprecia en su cúspide, con la idea de que pueda ser restaurado y, por supuesto, vuelva a marcar el tiempo, tras casi 10 años de no hacerlo.
Este histórico mecanismo -el más grande de la provincia-, ya ha sido restaurado con precisión y dedicación por el maestro relojero Nicolás Federico Sampó. Fueron varias semanas, días enteros de trabajo, de atender con sutileza cada parte de su engranaje para devolverle a esta antigua ciudad, no solo una pieza de maquinaria en funcionamiento, sino en darle un valor simbólico muy preciado al edificio de más de medio siglo de vida en la provincia.
En poco tiempo, el grandioso reloj donde desempeña sus funciones el gobernador y parte de su gabinete, volverá a dar la hora, junto al estridente sonido de sus campanadas que fueron diseñadas para marcar con precisión cada cuarto de hora.
Una historia de resistencia
Las voraces llamaradas ocasionadas en medio de la revuelta social del “santiagueñazo” en 1993 pudieron haber acabado con esta monumental obra, pero ahí quedó intacto, como el único símbolo sobreviviente de aquel paso insaciable de la muchedumbre. Aunque sus caras vidriadas resultaron dañadas, el mecanismo sobrevivió intacto, como un símbolo de resiliencia.
En décadas anteriores, en los años 70 y 80, el reloj había tenido problemas mecánicos que lo llevaron a un deterioro progresivo que culminó con su paralización. Pero incluso en su silencio, su presencia nunca dejó de ser un recordatorio de la historia y la identidad de Santiago del Estero.
Legado artístico
Su monumental obra no es solo una máquina de precisión; es también un narrador de historias. Diseñado y fabricado por la desaparecida “Relojería Sudamericana”, fundada por el inmigrante belga Luis Verstraeten en Rosario, este modelo es un testimonio del auge de la ingeniería relojera argentina del siglo XX.
La placa identificatoria encontrada durante el relevamiento confirma su origen, mientras que las campanas, fechadas en 1953 y producidas en los talleres de Juan C. Bellini, Santa Fe, aportan una dimensión artística con sus elaborados tallados religiosos.
Un trabajo de precisión y legado
Con 15 años de experiencia en su oficio, Nicolás Sampó asumió el desafío de devolverle la vida a un reloj que había permanecido inmóvil desde 2018. “Mi prioridad fue respetar la estructura original del mecanismo, evitando alteraciones innecesarias. Cada engranaje, cada resorte, debía conservar su lugar en la historia”, explicó Sampó, en entrevista exclusiva con El Librepensador.
Comenzó su labor con un relevamiento fotográfico exhaustivo tanto del mecanismo como de su entorno en la torre y el campanario. A partir de allí, procedió a un desarme total de la máquina, abordando la limpieza y reparación de cada una de sus más de cien piezas.
“Durante el proceso, se identificaron fallas críticas que requerían la fabricación de nuevas piezas, una tarea compleja que combinó técnicas tradicionales y modernas para mantener la esencia original del reloj”, explica, sobre esta delicada y puntillosa tarea, que también contó con una visita del equipo de la Dirección de Patrimonio Cultural y su director, el Lic. Alejandro Yocca.
En jornadas de más de diez horas diarias, y durante 30 días consecutivos, el relojero no solo reparó el mecanismo, sino que lo preparó para resistir el paso del tiempo, asegurando que las campanas que habían permanecido en silencio durante años, volvieran a tañer con fuerza.
Sistema ingenioso
Sampó explica que su funcionamiento depende de tres pesas enormes que, gracias a la gravedad, generan la tracción necesaria para mover sus engranajes. El ritmo lo dicta un péndulo tradicional, y sus campanadas están diseñadas para marcar con precisión cada cuarto de hora. Este sistema, ingeniosamente modular, permite que las dos campanas menores y la campana mayor emitan patrones melódicos únicos.
“Cuando el minutero alcanza el primer cuarto de hora, se escucha una campanada; dos para el segundo cuarto, tres para el tercero, y a la hora en punto, el conjunto completa su sinfonía. Este diseño no solo informa el paso del tiempo, sino que también embellece el paisaje sonoro de la ciudad”, comenta, sin duda alguna con mucha pasión por lo que hace.
Una joya arquitectónica con historia
La torre que alberga el reloj es parte del diseño neocolonial de la Casa de Gobierno, obra del arquitecto Aníbal Oberlander, el primer arquitecto santiagueño. Inspirado en el estilo español, Oberlander concibió esta torre no como una estructura defensiva, sino como un lugar de servicio y disfrute para la comunidad.
Cuando las obras comenzaron en 1948, el objetivo era claro: dotar a Santiago del Estero de un edificio que reflejara su importancia histórica como la “Madre de Ciudades”. El reloj, con sus campanadas que marcan los cuartos de hora y las horas completas, se convirtió en el corazón sonoro de ese propósito.
Un legado que perdura
Hoy, el reloj monumental de la Casa de Gobierno no solo marca el tiempo; marca también un renacer.
“Su restauración está completa y solo se trabaja en ajustes finos del mecanismo”, explica el maestro relojero a El Librepensador, sobre este trabajo hecho con suma dedicación artesanal, ya que no es solo un logro técnico, sino también un acto de amor por la historia y el patrimonio.
En un mundo donde lo digital parece dominar, este reloj mecánico sigue recordándonos la belleza de lo tradicional, la importancia del legado y el valor de quienes dedican sus vidas a mantener viva la memoria de un pueblo.
Al escuchar sus campanadas, los santiagueños no solo podrán percibir el paso de los minutos. Escucharán también las historias de quienes lo construyeron, protegieron y ahora restauraron este símbolo eterno de su identidad.
BIO NICOLÁS SAMPÓ
Nicolás Federico Sampó, es santiagueño del barrio Colón, Capital de Santiago del Estero. Tiene 27 años y es un apasionado por la historia, el patrimonio y los Ferrocarriles Argentinos. Comenzó su oficio a los 11 años “traveseando” y, a los 15, se perfeccionó en el taller del maestro relojero Juan Bumaguin, histórico relojero fallecido en 2013 a los 90 años, quien le enseñó el oficio al menos tres centenares de personas, siendo Nicolás el último de todos ellos.
A lo largo de su carrera ha reparado y restaurado incontable cantidad de piezas, entre relojes antiguos de péndulo, cucú, de bolsillo, e inclusive grandes marcas modernas. Uno de los trabajos más recientes es la recuperación del histórico reloj de la presidencia de la biblioteca Sarmiento. Nicolás, quien de oficio es relojero, es también de profesión es periodista y comparte a diario los sucesos de Santiago del Estero para distintos diarios de la región.
Texto: Omar Estanciero
Fuentes históricas: Nicolás Federico Sampó.
Fotos: Nicolás Federico Sampó y redes sociales de la Dirección General de Patrimonio Cultural de Santiago del Estero.