Depresión, la enfermedad del alma
"La persona necesita dejar de vivir así, no quiere morir, quiere dejar de sufrir".

Por Soledad Harón, Médica Cirujana, especialista en Psiquiatría, MP 2581
Antiguamente llamada “Bilis Negra o Melancolía”, la depresión fue considerada por los antiguos autores como una enfermedad del alma. A menudo, se caracteriza por una sensación de vacío, desesperanza y pérdida de significado ante la vida, pudiendo generar efectos devastadores tanto en la persona que la padece como en su círculo cercano.
Estas dolencias no visibilizadas y no expresadas, son vividas con vergüenza y temor al qué dirán, siendo los padecientes frecuentemente enjuiciados por una sociedad actual que cada vez exige más bienestar, eterna juventud y búsqueda de felicidad absoluta, ahogando y ocultando la vulnerabilidad y el sufrimiento humano, haciendo parecer que la responsabilidad de la enfermedad es del enfermo, que no se esmera en poner voluntad ni es agradecido por las cosas buenas que la vida le otorga.
Difícil se hace entender para los que no la transitaron que cuando se pierde la capacidad de sentir placer, no se tiene el motor para existir, la persona necesita dejar de vivir así, no quiere morir, quiere dejar de sufrir, no quiere hacerse daño, quiere sentir algo más que ese dolor parecido al infierno que lo habita a diario.
Vemos con frecuencia cómo se convierten en peregrinos de especialistas médicos, sin encontrar respuesta a su dolencia, porque la depresión más allá de la mente, también impacta en el cuerpo, generando somatizaciones que dificultan mucho más el correcto diagnóstico.

Ayudar a una persona que tiene depresión es un desafío, suele causar desesperación ante no saber qué hacer, es importante informarse con un profesional de la Salud Mental sobre cómo acompañarlo y comprenderlo. Lo fundamental es no perder de vista que la enfermedad de la mente es un camino difícil y oscuro, que puede afectar a todos, nadie está libre, pero en cualquier caso, siempre hay esperanzas.
Si has presentado de manera persistente los siguientes síntomas: sentimientos de tristeza, cambios en el peso o en el sueño, pérdida de interés o de placer, cansancio, sentimientos de culpa, disminución de la capacidad de concentración, pensamientos sobre la muerte, causando angustia significativa que genere deterioro social o laboral, consulta a un médico especialista en psiquiatría o a un psicólogo especializado.