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Cuando el fútbol del “interior”incomoda al poder

No hay escándalo, no hay sorpresa, no hay casualidad.

No hay escándalo, no hay sorpresa, no hay casualidad.

Hay centralismo, hay poder concentrado y hay medios nacionales cumpliendo, una vez más, su rol histórico: disciplinar a quien se anima a disputar privilegios.

Los ataques contra Pablo Toviggino, tesorero de la AFA, no pueden leerse como una serie de críticas aisladas ni como un problema de “formas” o “estilo”. Son parte de una operación política y mediática destinada a deslegitimar a quien representa —desde un lugar de poder real— al fútbol del “interior” profundo, ese que durante décadas fue tolerado solo como relleno del negocio porteño.

El mensaje es viejo y claro:

Las provincias pueden acompañar, pero no conducir.

Las provincias pueden competir (en condiciones desiguales) pero no decidir.

Las provincias puede existir, pero no incomodar.

Cuando un dirigente surgido de las provincias (Presidente Liga Santiagueña y del Consejo Federal de Futbol) ocupa un cargo central en la AFA y no se somete a los intereses económicos concentrados en Buenos Aires, se convierte automáticamente en “conflictivo”, “autoritario” o “peligroso”. No importa lo que haga; importa a quién representa.

Los grandes medios nacionales no analizan el fondo del conflicto:

no hablan de la distribución desigual de recursos,

no hablan del reparto de los derechos de televisión,

no hablan de calendarios ni reglas diseñadas para favorecer siempre a los mismos.

Prefieren personalizar, estigmatizar y atacar. Es más fácil construir un villano que discutir el modelo de poder del fútbol argentino.

Pero el ataque no se limita a una persona. Se extiende —de manera explícita o solapada— a los clubes del “interior”, a las ligas provinciales, a las instituciones que sostienen el fútbol como espacio social, cultural y comunitario. El viejo desprecio reaparece: provincias “sin peso”, clubes “menores”, fútbol “de segunda”.

Es centralismo ideológico, disfrazado de periodismo.

Cuando el Consejo Federal y cientos de clubes del “interior”respaldan públicamente a Toviggino, los medios callan o minimizan. Ese apoyo no encaja en el relato. Porque demuestra que no se trata de un dirigente aislado, sino de una expresión colectiva que cuestiona un orden injusto.

La verdadera disputa no es moral ni personal.

Es política y económica.

Es por quién decide, quién reparte, quién cobra y quién obedece.

Por eso el ensañamiento. Por eso las editoriales indignadas. Por eso el linchamiento mediático.

El fútbol argentino atraviesa una tensión histórica: o sigue siendo un negocio concentrado en  CABA, o avanza hacia un modelo verdaderamente federal. En esa disputa, los medios hegemónicos ya eligieron bando hace rato, a lo largo de la historia diríamos.

Defender al fútbol del “interior”no es una provocación.

Es una deuda histórica.

Y si alzar esa bandera convierte a algunos en enemigos públicos del poder mediático, tal vez sea porque —por primera vez— ese poder se siente realmente cuestionado.

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