Contra la palabra mogólico
Esta palabra usada como insulto tiene un fuerte impacto sobre la dignidad de las personas con síndrome de Down. En este artículo, el periodista y escritor santiagueño, Gabriel Hoyos Izurieta, retoma discusiones sociales que ya creíamos superadas.

Por Gabriel Hoyos Izurieta*
Uno de los principales desafíos de esta época es poder conectar los síntomas con las causas. En la aldea global que vivimos, término acuñado por el teórico Marshall McLuhan que hace referencia a un mundo interconectado, hay palabras que son síntomas que circulan y se extienden en Internet como peste.
En particular, hay una que llama mucho la atención e indigna escucharla o leerla tan repetidas veces en redes sociales: es la palabra “mogólico” usada como agravio hacia otra persona. Solo con buscarla en X, uno puede tomar dimensión de que volvió a ser el insulto de moda. Digo que está de vuelta porque allá por nuestra infancia, entre los 80 y 90, era bastante común escucharla en los jóvenes. Por entonces, no teníamos desarrollada cierta conciencia social para poder distinguir cuando el uso de una palabra es un acto de discriminación contra una minoría.
Hoy, bajo esta historia cíclica con un paradigma de los 90, junto a toda su potencia violenta y destructiva, se esfuerza por volver a instalarse, la palabra en cuestión no hace distinción alguna en el nivel de instrucción ni ideología en quien la usa. Cuesta creer que todo lo que hace un tiempo era digno de rechazo social, hoy se haya convertido en un nuevo sentido común.
Para ser claros, cuando alguien dice “mogólico” está pronunciando una deformación del término “mongólico”, derivado del mongolismo, es decir de las personas de Mongolia. Este concepto fue desarrollado en 1866 por John Langdon Down, un médico británico, quien descubrió similitudes en las características físicas de los mongoles con las personas con síndrome de Down.
En este debate, es importante destacar el esfuerzo de ASDRA (Asociación Síndrome de Down de la República Argentina) por erradicar este término del habla cotidiana. La entidad nos aclara que decir mogólico como insulto, generalmente para marcarle a alguien su falta de inteligencia, tiene un fuerte impacto sobre la dignidad de las personas con síndrome de Down. El uso actual de esta palabra esconde la perversidad de pensamiento binomio respecto de qué es normal y qué no. Además, es importante remarcar que el síndrome de Down no es una enfermedad o padecimiento sino una característica de la persona que lo tiene, es decir, es parte de lo que esa persona es.
Respecto al ejercicio de tratar de conectar los síntomas con las causas surgen preguntas: ¿Por qué se volvió a popularizar esta palabra tan ofensiva? ¿Hay un fenómeno detrás que se manifiesta en nuestro lenguaje? ¿Quién o quiénes fueron o son las personas públicas que naturalizan estas formas de decir?
Resulta triste y cansador tener que volver sobre lo obvio, tener que retomar discusiones sociales que ya creíamos superadas. Es un retroceso que se está volviendo a dar hoy en muchos frentes. Sin embargo, este 21 de marzo se conmemora el Día Mundial del Síndrome de Down. Es fundamental que podamos renovar el esfuerzo en impulsar una mayor conciencia pública sobre estos temas, para erradicar la violencia del lugar donde primero se gesta: el lenguaje.
Gabriel Hoyos Izurieta. Es periodista y Licenciado en Comunicación Social, autor de los libros: «Se hundió Disney» (2015), «Combustión Interna» (2020) y «Estampas» (2023).