Memorias en bicicleta: Jorge Gómez, el santiagueño que recorrió punta a punta el país con sus dos mascotas
Este andariego sobre dos ruedas no reconoce fronteras y va por más sueños, habiendo ya hecho más de 6.000 Km de Ushuaia a La Quiaca.

“Andar en bici es como hacer meditación en movimiento, porque te conecta cuerpo y mente, mientras recorres el mundo…”, la frase es atribuida al actor Robin Williams y, los que acostumbran a andar cada tanto en este vehículo a dos ruedas, probablemente sientan conexión con la frase y la pasión que ello significa.
La historia de Jorge Gómez es una de esas vivencias dignas de conocer. Si por él fuera, “andaría todo el tiempo en bici”, cuenta en una entrevista a El Librepensador. Y es que nunca va apurado, por eso siente que no se cansa. Cuando sale a la ruta, lo hace por puro placer y no pensando en batir algún récord de velocidad: su bici rodado 29 de 24 velocidades pesa cargada de sueños, y siempre los está cumpliendo.
Pero sobre Jorge Gómez hay algo más que decir: nació en Weisburd (departamento Mariano Moreno), vivió su infancia en La Banda y hoy está radicado en Capital Federal, pero su santiagueñidad le pesa siempre, no solo por la tonada sino cuando, de tanto recorrer el país, algo muy especial pasa dentro suyo cuando pasa por el suelo natal.
Santiago en la piel
En su incansable trayecto por el país, la semana pasada Jorge estuvo de paso por distintos pueblos y ciudades de Santiago del Estero, especialmente los ubicados a la vera de las rutas RN 9, RN 34, RN 89 y RP 1, pasando por las ciudades de Suncho Corral, Sumampa, Loreto, Ojo de Agua, Guanaco Sombriana, lugares donde fue muy bien recibido por los pobladores, además de vivir una experiencia que lo conecta con la naturaleza y la cultura de cada rincón de este territorio al que siempre que puede, se llega para vivir su experiencia.
“Viajar en bicicleta nos hace llegar a lugares donde ni imaginamos. Todos los sentidos van muy activos: olores, sonidos, tacto, gusto, ni hablar de lo que se ve en cada lugar”, cuenta, claramente impresionado de cada experiencia arriba de su rodado.
Desde un asadito en la ruta o algún buen vecino que le invita un sanguchito, hacen que su andar en bici sea menos pesado y pueda nutrirse adecuadamente para los largos trayectos que lo esperan siempre.
Viajar con las anécdotas
Cuando Jorge viaja, se siente un hombre lleno de anécdotas: “En Suncho Corral, por ejemplo, conocí a la familia Acuña que me ayudó a pasar una gripe terrible de aquellas. Recuerdo que la patrona antes de irme, me preparó como 12 pasteles y, como en bicicleta llevamos lo menos posible, solo cargué 6 para continuar el camino”, cuenta.
Otra historia que quiere contarnos tiene que ver con las artesanías que en su paso por Santiago ve a menudo desde el costado de la ruta, hasta ingresar al pueblo, esta vez por la Ruta Nacional 9.
En Guanaco Sombriana quería conocer a doña Primitiva Zurita, presidenta de la Cooperativa Salinas de esa localidad del departamento Atamisqui. “Lamentablemente no coincidimos en tal momento, pero encontré a mi guía, a esa persona qué me trató como a un hermano: Reinaldo Reynaldo Galeano, guitarrero y cantor, de una humildad tan grande, como su conocimiento de la zona. Ni hablar de la gente que me recibió y me trató mejor que en mi casa”, cuenta entre risas, no sin antes recomendar a cada viajero pasar por Guanaco Sombriana: “Es un hermoso paraje para descansar muy cerca de Atamisqui, a 3 kilómetros de la ruta 9”.
Su esposa, pedaleando a la par
Jorge se casó con María Paz, con que viajó mucho por el país, “sobre todo la Patagonia y en todos los vehículos: moto, motorhome, menos en bicicleta”, cuenta. Hasta que, en uno de sus viajes hasta el sur, solo pudo acompañarlo en un trayecto, y María tuvo que regresar a Buenos Aires por su trabajo en relación de dependencia.
Lola y Acay, sus mascotas compañeras
Hay miles de historias que Jorge Gómez atesora sobre sus viajes. Pero hay un detalle no menor, y es que por las rutas lo acompaña Lola, esa entrañable compañera que se subió a la bici en Salta, con 45 días y 800 gramos. La cachorra, que al principio asomaba la cabeza desde un bolso apoyado en el manubrio, llegó con Jorge hasta el “Fin del Mundo”, donde ya pesaba 20 kilos y su lugar en la bicicleta había cambiado por un carrito que le construyó, con una tela como cobertor para protegerla del sol.
Pero Lola no es la única. Hace poco se sumó también otra perrita: Acay. Ella también es parte de sus últimas aventuras en bici y, junto a Lola, comparten su vida en cada pedaleada de Jorge.
De La Quiaca a Ushuaia
De los distintos viajes que hizo Jorge, el trayecto que más impacto tuvo en los medios de comunicación fue el realizado durante la pandemia. En enero de 2021 se animó a pedalear hacia La Quiaca, y desde allí bajó hasta Ushuaia por la Ruta 40, cumpliendo el viaje de su vida y de más de 6.000 kilómetros.
Al archipiélago de Tierra del Fuego, el extremo austral de Sudamérica, apodado el “Fin del Mundo”, llegó el 22 de enero de 2022. Si, fue un año de viajes y grandes aventuras por ciudades y pueblos recónditos del país, donde siempre se encontró con gente que le brindó una mano en lo que necesitara, para que pudiera cumplir su sueño.
Jorge no reconoce fronteras y va por más sueños, y asegura que va a seguir pedaleando cuantas veces sea necesaria, mientras su corazón siga latiendo.
En su canal de YouTube, se pueden ver sus distintas travesías en bici: https://www.youtube.com/@memoriasdebicicleta
También en su cuenta de Instagram: https://www.instagram.com/memoriasdebicicleta