Apoyar a Palestina, una cuestión de Humanidad
Israel lleva adelante acciones propias del terrorismo de Estado contra Palestina, mientras el mundo mira para otro lado.

La guerra de Gaza es un conflicto armado en curso que comenzó el 7 de octubre de 2023. Ese día, mientras los israelíes celebraban la festividad de Simjat Torá, grupos armados de milicianos palestinos, principalmente de Hamás y de la Yihad Islámica Palestina, lanzaron un ataque contra Israel desde la Franja de Gaza, que comenzó con una andanada de cohetes y que siguió con un ataque de comandos en camionetas, motocicletas y parapentes motorizados.
El ataque, denominado «Operación Inundación de Al-Aqsa», tomó a Israel por sorpresa, según algunas opiniones, mientras que para otros fue un incidente aprovechado por el gobierno de Benjamin Netanyahu, que estaba cuestionado por buena parte de la sociedad israelí (se inició al ocurrir al día siguiente del cincuenta aniversario de la guerra de Yom Kippur). Israel respondió poco después con una de las campañas de bombardeos más destructivas de la historia moderna e invadió Gaza el 27 de octubre de 2023.
El ataque supuso la primera vez en la historia que Israel perdió el control de parte de su territorio durante un período prolongado de tiempo, durante el cual los milicianos palestinos capturaron a un total de 251 rehenes y mataron a 695 civiles israelíes (incluidos 36 menores de edad), 71 civiles extranjeros y 373 soldados y policías. Human Rights Watch denunció un ataque deliberado e indiscriminado contra civiles y su captura como rehenes constituyen crímenes de guerra, según el derecho internacional humanitario.
Todo esto llevó al gobierno de Israel a declarar el estado de guerra por primera vez desde el conflicto de Yom Kipur, en 1973. El 28 de octubre, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) comenzaron a enviar tanques e infantería a la Franja de Gaza respaldados por ataques masivos desde el aire y el mar. Tras una pausa de siete días en la que se intercambiaron rehenes israelíes por presos palestinos y se permitió la entrada restringida de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, las hostilidades se reanudaron el 1 de diciembre de 2023 y se extendieron hasta la entrada en vigor de un nuevo alto el fuego el 19 de enero de 2025.
Los combates se extendieron rápidamente a otros escenarios. En Cisjordania, aumentaron la violencia de los colonos israelíes contra la población civil palestina y los choques armados entre el ejército israelí y los milicianos palestinos. En la frontera israelí-libanesa, el ejército israelí se ha enfrentado con la milicia chií Hezbollá en una serie de combates que se extendieron desde los primeros días del conflicto.
En Siria y en Irak los enfrentamientos han sido protagonizados por ataques de milicias árabes contra bases del ejército estadounidense y por bombardeos israelíes contra miembros de dichas milicias. En el mar Rojo, los hutíes comenzaron una campaña de ataques contra barcos con destino a Israel, por lo que Estados Unidos y el Reino Unido respondieron bombardeando objetivos hutíes.
Según cifras proporcionadas por el ministerio de Salud de Gaza, el ataque israelí contra la Franja ha provocado la muerte de al menos 53.475 personas, en su gran mayoría civiles, entre ellos 17.400 niños (incluidos 169 bebés nacidos después del 7 de octubre de 2023), 2955 personas mayores de 60 años y más de 11.800 mujeres, lo que explica el 72% de los fallecidos.
Además, ha causado más de 121.398 heridos (incluidos 8.663 niños y 19.000 mujeres) y más de 14.400 desaparecidos, lo que elevaría la cifra de fallecidos aún más.
Más allá de las muertes ocasionadas directamente por ataques israelíes, diversos estudios han ubicado la cifra real de víctimas mortales (incluidas las causadas por la destrucción del sistema sanitario gazatí, la difusión de enfermedades y la hambruna) en unas 186.000 personas a mediados de julio, y las han estimado en 335.500 para finales del año 2024. Además, los ataques y las órdenes de evacuación israelíes, que se han extendido hasta cubrir el 86% de la superficie de la Franja, han provocado el desplazamiento forzado de dos millones de gazatíes (incluidos 893.000 niños), obligados a permanecer en un campamento de desplazados, el de Mawasi, con una superficie equiparable a la del aeropuerto internacional de Shanghái. A mediados de marzo de 2024, la Franja registraba ya la mayor proporción del mundo de personas viviendo en privación de alimentos, con uno de cada cinco niños en estado de malnutrición severa.
Algunas de las acciones militares de Israel en territorio palestino han sido blanco de críticas por parte de la comunidad internacional por constituir violaciones del derecho internacional humanitario calificables como crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad, entre las que se cuentan el empleo contra población civil de fósforo blanco; el asesinato de trabajadores humanitarios, personal sanitario y periodistas; el «cerco total» y corte de suministros a la población civil como «castigo colectivo». A eso se debe sumar la orden de evacuación de civiles bajo amenaza de un ataque inminente, sin que existan lugares seguros donde ir ni una forma segura de llegar; el uso del hambre como arma de guerra; el recurso a los asesinatos deliberados, el crimen de exterminio y el de persecución; la destrucción intencionada de mezquitas, iglesias y cementerios; el asesinato de prisioneros de guerra; el robo de órganos, el pillaje, la violencia sexual como táctica de terror y la destrucción deliberada de viviendas.
En este contexto, el 29 de diciembre de 2023, Sudáfrica presentó un caso ante la Corte Internacional de Justicia, acusando a Israel de incumplir sus obligaciones bajo la Convención sobre el Genocidio de 1948 en sus ataques en la Franja de Gaza. El 26 de enero de 2024, la Corte Internacional de Justicia dictaminó de manera provisional que había indicios de que se estuviese cometiendo un genocidio y ordenó una serie de medidas cautelares mientras se desarrollase la investigación oficial. Paralelamente, el 21 de noviembre de 2024, la Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto internacional contra el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, el exministro de Defensa del país, Yoav Galant, y el líder del brazo armado de Hamás, Mohamed Deif, por los presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en Gaza.
El 18 de marzo, Israel rompió unilateralmente el acuerdo de alto el fuego al que había llegado con Hamás el 15 de enero de 2025 al lanzar una serie de ataques aéreos sorpresa sobre Gaza mientras el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, declaraba que Israel había «vuelto a combatir en Gaza».
Si bien los crímenes cometidos en la oleada terrorista de Hamas el 7 de octubre 2023 son condenables desde todo punto de vista, la retaliación desatada por Israel alcanzó una magnitud abominable de crímenes que no distinguen civiles de combatientes, que muchas veces se escudan en ellos. Ya alcanzó niveles de una guerra de exterminio, o, peor aún, de genocidio. El pueblo judío mantiene viva la memoria del Holocausto –y, en particular del gueto de Varsovia-, para que no se repitan las atrocidades nazis, por lo que hoy no puede erigirse en verdugo de una minoría. No son pocas las voces que en el propio Israel claman esto, pese a ser censuradas por el clamor belicista.