Ángel Clavero: “cualquier ciudadano puede entrar a la masonería, menos los dogmáticos y fanáticos”
El Gran Canciller de la masonería reflexionó sobre la situación en las provincias, la disputa con la Iglesia Católica, los rebrotes de persecución de sus miembros y el ascenso de la llamada "nuevas derechas" en Argentina y el mundo.

El Gran Canciller de la masonería argentina, Ángel Jorge Clavero, estuvo en Santiago del Estero recientemente y habló sobre los orígenes y la actualidad de esa “sociedad discreta”, también frente al antiguo conflicto con la Iglesia Católica y la emergencia de la Nueva Derecha.
Clavero recorrió en mayo varias provincias que cubren la geografía del país, ya que la casa central de la Gran Logia se encuentra en Buenos Aires. “Venimos siempre, cada dos o tres meses a verificar cómo está la situación en cada provincia, los problemas que tienen los hermanos: no olvidemos que la masonería fue perseguida durante muchos años, durante siglos, y todavía hay algunos rebrotes especialmente en provincias que son católicas. El catolicismo tiene algo siempre en contra de la masonería porque son distintas filosofías que se chocan. Las religiones no son ni buenas ni malas, pero son dogmáticas y los masones somos librepensadores y buscadores de la verdad”.
“En cambio, los dogmáticos a la verdad la tienen escrita, entonces, si ya encontraron la verdad para qué seguir viviendo –ironizó-. Por eso decimos que los masones apelamos a la libertad absoluta de conciencia, el libre pensamiento y el libre albedrío de las ideas, queremos hacer mejores personas, dotarlas de valores, virtudes y de conductas, para que luego además sean mejores ciudadanos”.
Clavero recordó que la masonería tiene dos etapas en su larga actuación de casi mil años: “Empezamos siendo operativos con aquellos hermanos que fueron viejos constructores, que habían aprendido a construir grandes edificios, que hoy están en pie en Europa Occidental, como las grandes catedrales. Pero luego, la masonería siempre quiso ser una organización progresista y tuvo adecuarse a los desafíos de la Humanidad. Allá por 1700 nace la Modernidad, el siglo de las Luces, el Iluminismo, aquellos grandes filósofos que nos enseñaron a pensar libremente, como Emmanuel Kant, que nos decía ‘sal de tu minoría de edad, empezá a pensar por vos mismo’”.
“La masonería entró en una discusión interna sobre seguir trabajando piedra sobre piedra para construir grandes edificios materiales o trabajar el interior del ser humano con valores y conductas para que sea mejor persona y ciudadano, porque la modernidad nos trajo el sistema republicano como forma de gobierno y nos legó la democracia, como estilo de vida, y el concepto de ciudadano, porque antes uno trabajaba en un feudo y era un desgraciado al que apenas le daban para comer y nada más. El concepto de ciudadano, la universalidad, la autonomía de pensamiento nos legó la Modernidad y la masonería se hace hija de la duda filosófica, entonces todos sus razonamientos se hacen a través de la Razón. Entonces, cualquier ciudadano puede entrar a la masonería, menos los dogmáticos y los fanáticos”, remarcó Clavero.
-¿Y a la situación en Santiago del Estero cómo la ha visto en esa recorrida, ya que es una provincia conservadora, en general?
-Y sí, como Santiago del Estero hay varias provincias que son muy conservadoras, donde la Iglesia ha tenido un gran preminencia, pero nosotros nos vamos imponiendo lentamente porque también tenemos una gran ayuda. En 2008, cuando empecé mi gran maestría, dijimos que había que sacar la masonería a la calle y la acercamos al conocimiento de los ciudadanos. Empezamos a invitar a los periodistas a que vengan y salir en los medios, con algún problema interno, porque los hermanos más antiguos me recriminaban que un gran maestre no podía hacer eso. Viejas prácticas. Y hoy la tenemos en la calle. En el año 2008 o 2009, cuando vine, por primera vez, había 4 o 5 hermanos nada más acá, y estaba con algunos hermanos cordobeses que me ayudaban porque ahí había varias logias, cuando vienen los periodistas a entrevistarnos al hotel los que eran de aquí se levantaron y se fueron porque tenían miedo que los echen del trabajo. Ahora ya es distinto, la masonería es más conocida y hay otro respeto, pero de cualquier manera hay que seguir trabajando e influyendo. Nosotros trabajamos también con las universidades, armamos cátedras de libre pensamiento, tenemos observatorios de la ciudadanía, damos conferencias. El periodismo nos ayudó mucho y nos trató muy bien, ya que fue el primer gran maestre que salió a la calle. En parte porque al principio tenía mucha avidez por saber de qué se trataba por el misterio de siglos del secreto masónico, que cambiamos por la discreción. La tecnología nos ayuda también, ya que la Gran Logia tiene su página y puede en su computadora leer cuáles son sus principios. Pero siempre está el dogmatismo que nos interpela, nos aprieta, aunque el buen ciudadano se da cuenta, no dónde está la verdad, sino dónde están los buscadores de la verdad. Y, como decimos, en nuestro trabajo de las logias tratamos distintos temas que son atinentes al ciudadano, el cambio climático, el futuro del mundo o grandes valores como la fraternidad, la tolerancia.
Clavero explicó que la logia es la unidad funcional que tiene la masonería: “Tiene 20, 30 y hasta 40 miembros, más no, porque si no, la dinámica de asamblea es difícil. Entonces cuando se supera ese número se crea otra. Y allí trabajamos en un nivel de igualdad, porque hay hermanos que tienen muchos años y altos grados, pero en las tenidas su palabra vale tanto como la de los demás. Esta es la verdadera igualdad”.
-A propósito de estos cuestionamientos, hace poco en una página local se publicó un cuestionamiento de la posición católica a la masonería y, por ejemplo, hablaba de que uno de los grados supuestamente se escupía un crucifijo como prueba. También recordaba el castigo de la excomunión para aquellos católicos que integren la masonería. Una reacción ante el crecimiento que ha tenido, aunque persiste mucho mito a su alrededor.
-Lo que pasa es que hay que reconocer que la masonería se hizo hija de la Modernidad y, un poco, le sacó la primacía del mundo al dogmatismo. No olvidemos que cuando aparece el Siglo de las Luces hacía quince siglos que al mundo lo dominaba el cristianismo y eso se terminó. Y todavía les sigue doliendo, ese es el gran problema. Y ahora tenemos democracia y libertad, por eso las grandes revoluciones de Francia y EE.UU., que están imbuidas en los valores universales, que toma la masonería. Ese núcleo de filósofos del Siglo de las Luces fue el que nutrió a nuestra institución.
-¿Con el Papa Francisco cómo fue la relación, si se tiene en cuenta que fue aperturista?
-Con el Papa Francisco nosotros no tuvimos ninguna relación, como con ningún pontífice, porque era progresista pero defendía su institución, aparte no vino nunca a la Argentina y no pudimos tener dialogo con él. Bueno, defendió los principios a los cuales entregó la vida: era un hombre de la Iglesia Católica.
-En contraposición a lo pregonan, la razón y conocimiento, hay un crecimiento a nivel mundial de tendencias conspiranoicas, negacionistas, anticiencia, con gobiernos que han llegado al poder montados en esas ideas y son autoritarios.
-Nosotros estamos muy preocupados por todas esas cuestiones y ya empezamos a trabajar esos temas porque como hijos de la Modernidad seguimos sosteniendo fielmente sus principios. Entendemos hasta ahora no hubo ninguna forma de gobierno mejor que la democracia, aunque tenga algunos atisbos de que han pasado muchos años desde que fue creada y que la evolución de la Humanidad, pero no hay otro sistema mejor. Y lamentablemente hay algunos gobiernos que le quieren pasar por encima e inventar un sistema para imponerlo en el mundo y, lamentablemente, se basan en las redes sociales que ayudan mucho, pero trabajamos para la defensa del ser humano, la universalidad y la autonomía: yo pienso de acuerdo a mi propia intelectualidad, soy un libre pensador. Otro puede tener otro enfoque, pero nos podemos juntar, debatir, con respeto y tolerancia y mantenemos este esquema desde que pasamos de constructores materiales a construir ciudadanos, con su verdadero concepto.
Cuando era muy joven –ya tengo 81 años-, el partido Socialista hacía en Buenos Aires reuniones de instrucción cívica los domingos a la mañana en las plazas, donde nos reuníamos 40 personas. Recuerdo que estaban (Carlos) Fayt, Carlos Sanchez Viamonte, todas esas grandes figuras socialistas y después ellos iban a tomar café. Y Sánchez Viamonte siempre nos decía: ‘cuando me muera no quiero que me pongan en la lápida jurisconsulto, profesor, etc., sino que diga aquí yace Sánchez Viamonte, ciudadano’. Y me quedó marcado eso, porque el concepto de ciudadanía lo debemos tener siempre, porque somos sujetos de derechos y también de obligaciones; la masonería sostiene eso constantemente con su filosofía.
Estos gobiernos de lo que se llama la Nueva Derecha en el mundo, que no creo que triunfe, pero hace daño. Estamos en eso de ver cómo se puede parar eso. Y la tecnología ayuda al ser humano, pero a veces tiene algunas cuestiones que lo quiere suplantar. Y tanta tecnología, especialmente a los jóvenes, les saca tiempo para pensar. Viven con el teléfono. La instantaneidad ha tomado el lugar del descanso, de sentarme en una plaza a mirar los pajaritos, a leer un libro. Ahora estamos todo el día con el teléfono para ver qué pasó, hay un exceso de información. Hay un filósofo francés, Edgar Morín, quien debe tener alrededor de 100 años, que ‘es necesario que la cabeza no esté bien llena, sino que tiene que estar bien ordenada’. Y acá nos llenan la cabeza de información y nosotros no la podemos ordenar. Por eso digo que hay que leer y entender cómo va la Humanidad. La masonería tiene su camino, por eso estamos levantando logias en todas las provincias.