Judiciales

El lazo de la bata de Nora Dalmasso podría contener la pista de quién la mató

La noche del 25 de noviembre de 2006 fue estrangulada en su casa del barrio cerrado Villa Golf, en Córdoba. El caso prescribió sin condenados, pero una prueba clave podría por fin develar el misterio a 18 años del crimen.

Nora Dalmasso fue víctima dos veces. Cuando la mataron en su casa de Villa Golf el último fin de semana de noviembre de 2006 y cuando la juzgaron después de muerta por su intimidad sexual. Esa fue la única certeza de una causa a la que le sobraron hipótesis, incluso descabelladas, pero que no tuvo condenados y ya no le quedan sospechosos. Parecía un crimen perfecto, pero después de 18 años la llegada de un nuevo fiscal podría cambiar el final de uno de los casos más resonantes de la historia criminal cordobesa.

 

La sospecha de un crimen por encargo apuntó al viudo Marcelo Macarrón casi desde el inicio de la investigación y lo ubicó en el banquillo de los acusados en 2022. Recién entonces fue juzgado y absuelto por un jurado popular. Y también a partir de ese momento, quizás, pudo empezar a hacer el duelo por su esposa asesinada, ya lejos de la atención mediática que acaparó durante tanto tiempo.

 

En un breve intercambio de mensajes con TN, Macarrón interrumpió su silencio y se refirió a la reactivación de la causa. “Es un capítulo que todavía no está cerrado para nosotros. Veremos cómo actúa ahora la Justicia, que nunca actuó”, sostuvo el médico traumatólogo. Y remarcó: “Tenemos mucha esperanza en el nuevo fiscal”.

 

En la nueva etapa, el foco quedó puesto sobre el cinto de la bata con el que estrangularon a Nora, donde se encontró un rastro genético que no pertenece ni a la víctima ni a Marcelo Macarrón. Con esa prueba, el fiscal Pablo Jávega buscará develar “la verdad histórica”. O, en otras palabras, ponerle por fin nombre y apellido al asesino de la mujer.

 

“No esperábamos que se abriera esta puerta y fue un alivio”, resaltó por su parte a este medio la abogada de los Macarrón, Mariángeles Mussolini. “La familia siempre fue perseguida judicialmente, esta es la primera vez que tienen la oportunidad de pedir Justicia”, agregó.

 

 

La noche del 25 de noviembre de 2006 Nora estaba sola en el chalet de la calle 5 del barrio cerrado de Villa Golf, en la ciudad de Río Cuarto. Su marido, Marcelo Macarrón, había viajado dos días antes a Punta del Este para participar de un torneo de golf; su hijo Facundo estudiaba Derecho en Córdoba capital y su hija, Valentina, se encontraba en Estados Unidos por un intercambio estudiantil.

 

Era sábado y la víctima, de 51 años, se juntó a cenar con siete de sus amigas en un restaurante. Fue la última vez que la vieron viva. Al día siguiente por la tarde un vecino, Pablo Radaelli, entró a su casa por la puerta trasera, que estaba abierta. Lo había enviado la madre de Nora, preocupada porque no lograba comunicarse con ella por teléfono.

 

Tras recorrer la planta baja de la vivienda sin encontrarla, el hombre subió las escaleras y al entrar en la habitación de la hija del matrimonio descubrió la escena del crimen. El cuerpo de la mujer estaba tendido sobre la cama, con su Rolex puesto en la muñeca y apenas cubierto con una bata de baño de toalla.

 

El cinturón de esa bata, ahora clave, estaba alrededor del cuello de Nora en una doble vuelta con lazo.

 

Durante el juicio en el que absolvieron a Macarrón también se cayó la hipótesis de un crimen premeditado. Los forenses Martín Subirach y Mario Vignolo coincidieron en plantear: “Fue algo del momento (…) Algo pasó en la relación (…) el asesino no había llevado nada para matarla (….) El agresor se sacó y provocó el estrangulamiento con algo que tenía a mano”.

 

La investigación aún abierta se concentra en esa prueba: el cinturón, o el arma homicida. “En el debate se reveló que en el cinto había tres rastros genéticos”, explicó a TN el fiscal Pablo Jávega, y completó: “El de la víctima y dos masculinos. Uno de los ADN pertenecía a Marcelo Macarrón y el otro desconocido”. Ese perfil es el que, se presume, tendría la respuesta al mayor interrogante del caso: quién mató a Nora Dalmasso.

 

Para avanzar en este sentido, actualmente se están analizando 44 muestras de ADN y se pidió la colaboración del Centro Nacional de Ciencias Forenses de Florida, laboratorio asociado al FBI que ya había asistido previamente en este caso.

 

“Pudimos ubicar a la misma persona del laboratorio norteamericano que intervino hace 18 años”, destacó Jávega. “Él conservaba todavía los registros”, sumó. De esta manera, se facilitó el trabajo de cotejo y pudieron “aislar, separar el perfil de Macarrón del otro desconocido”, ya que ambas huellas estaban entrelazadas.

 

“Desde hace dos años se viene trabajando en un barrido de quiénes pudieron haber hecho ese aporte genético. Estamos plenamente conscientes de las dificultades, pero la expectativa siempre está”, indicó el fiscal. Asimismo, señaló que “en el caso de que se identifique a alguien, tenemos que conocer el contexto” y es por este motivo que, además, se han tomado distintas testimoniales en los últimos días.

 

“No solo a la familia, también fueron citados a declarar como testigos el personal doméstico o de mantenimiento, todas las personas con las que podíamos consultar cuestiones asociadas a los hábitos de la casa, la cotidianeidad”, sostuvo Jávega.

 

Hasta el momento no se hallaron coincidencias entre esa huella desconocida y las muestras de ADN tomadas en el último año, pero si todas dieran negativo se seguirán ampliando.

 

“Estamos aplicando un método y ese método nos puede llevar a un resultado”, remarcó el fiscal.

 

 

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