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Javier Milei y Donald Trump sellan el acuerdo para que Argentina no caiga en default

El swap se instrumentará a través de los Derechos Especiales de Giro del FMI y permitirá cubrir los vencimientos de bonos y bopreales hasta 2027. El objetivo: evitar el default y sostener la confianza internacional en la gestión libertaria.

Javier Milei y Donald Trump cerrarán este martes, al menos en lo formal, la parte político-macro del acuerdo para la activación del swap por unos US$20.000 millones que el gobierno norteamericano pondrá a disposición de la Argentina con un único objetivo simple, claro y concreto: que el país no caiga en default entre el 2026 y el 2027.

El dinero que Estados Unidos pondrá a disposición del país en alguna cuenta del Tesoro argentino en el Banco Central de la República Argentina (BCRA), se activará cada vez que llegue un vencimiento importante de los bonares y globales y, también, los bopreales. Los primeros, son los títulos públicos reestructurados en la gobierno de Alberto Fernández.

Los dólares que pondrá a disposición del gobierno norteamericano a través de los DEGs del Fondo Monetario Internacional (FMI), se activarán y podrán a disposición del país días antes de concretar los pagos correspondientes al 9 de enero y 9 de julio del 2026 y 2027. Serían unos 4.224 millones en el primer caso y otros 4.213 en el segundo. En total, US$S8.437 millones que se replican en ambos períodos sumando finalmente 16.874 millones. A este dinero hay que sumar 1.005 millones de Bopreales (bonos emitidos para cancelar la deuda con los importadores incurrida durante el gobierno de Alberto Fernández) en febrero y otros 1.028 millones en mayo, con un total de 2.033 millones de dólares, en ambos casos sólo para el ejercicio 2025. Los dos capítulos suman US$18.907 millones, unos US$1.093 millones menos que el dinero que los US$20.000 comprometidos en la ayuda de Estados Unidos y el FMI.

Los dólares se activan unos días antes del pago, quizá, sin que Argentina deba pedir autorización. Simplemente el país deberá anunciar al Fondo Monetario Internacional (FMI) que activará una cantidad predeterminada de Derechos Especiales de Giro (DEGs, la moneda del organismo cotizante en dólares), los que se descontarán de los casi 110.000 millones de dólares que Estados Unidos aporta anualmente al organismo que maneja Kristalina Georgieva. El dinero se utilizará exclusivamente para cumplir con el vencimiento de los bonares y globales o los Bopreales. Sólo para este motivo. Ni una divisa para sostener tipos de cambio u compromisos varios existentes o por inventar. Concretamente, la intención puntual y exclusiva es que Argentina no caiga en default durante los dos años que restan de gestión de Javier Milei. Luego, se verá.

Como se instrumentarán a través del FMI vía swap, piensan en ambos costados de las orillas donde se diseñó el plan no se requerirá ni una ley en Argentina ni una autorización del Congreso de los Estados Unidos. En el primer caso, porque significaría cambio de pasivos ya que la deuda con bonistas muta en pasivo con el FMI, con lo cual, al no haber nuevo endeudamiento, se surfearía la necesidad de pasar por el Congreso; al menos en la visión del oficialismo. Por el lado del gobierno de Donald Trump, no hay dinero de la administración nacional para la Argentina, sino un giro de dólares desde el FMI con plata que, sí o sí, con o sin ayuda al país sudamericano, EE.UU. habría destinado al Fondo. Trump salvaría las críticas demócratas. Y mantendría a su aliado en sintonía con el capitalismo mundial.

Toda esta operación terminará de ser negociada entre Javier Milei y Donald Trump. Seguramente un rato después habrá además tertulia con Kristalina Georgieva. Y más allá de las condicionalidades geopolíticas, la presión por el desarme de posiciones financieras y comerciales con China y los reclamos por tierras raras y de las otras, entre el gobierno de los Estados Unidos y el FMI habrá dos pedidos excluyentes. Serán condiciones innegociable para que Javier Milei y el ministro Luis “Toto” Caputo accedan a los DEGs de EE.UU. vía FMI.

La primera es técnica: sí o sí, el Gobierno tendrá que respetar las cláusulas del Facilidades Extendidas firmado con el FMI el 11 de abril de incrementar las reservas del Banco Central, incluyendo, eventualmente, una nueva ley que avance en la autonomía en serio de la entidad que maneja Santiago Bausilli. Eso es algo que Javier Milei, Caputo y su gente ya descuentan que ocurrirá. Se acabaron los tiempos de especular con que se puede aventurar hacia abajo en la banda cambiaria para comprar divisas. El tiempo que viene es el de recuperar dólares para el BCRA. Sin negociaciones. Sólo habrá una concesión: el tiempo del cambio de régimen de compra y venta de dólares, podrá esperar hasta después de las elecciones del 26 de octubre.

La segunda condición ya viene siendo aludida de manera más o menos directa en todas las apariciones públicas o vía redes sociales tanto de Scott Bessent como de Kristalina Georgieva: Argentina debe tener un acuerdo de gobernabilidad. Es otro sí o sí. Ya no importa el porcentaje de votos que obtenga Javier Milei en las elecciones del 26, sino que casi se obliga a los protagonistas de la política argentina que surjan del mapa del lunes 27 de octubre, a negociar un acuerdo que permita en el Congreso Nacional cierta paz y flexibilidad de tratamiento de reformas comprometidas con el FMI en el Facilidades Extendidas: laboral, impositiva y previsional. Ni hablar del cese de hostilidades desde el Legislativo hacia la política de superávit fiscal de Milei. Si se lee entre líneas, este concepto obligatorio de gobernabilidad está en todas las comunicaciones de los actores de Washington. Y es un mensaje tanto al Gobierno de Javier Milei para que deje de pelear con los políticos que más piensan como él, como al resto de la clase política para que analice mas en el futuro del país que en las próximas elecciones.

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