Diario español liberal desmiente relato: “El falso milagro económico de Milei”
Uno de los diarios liberales más importantes de Europa, El Español, realiza una crítica exhaustiva sobre la falsa política económica "liberal" de Milei. Sostiene que “no ha significado un avance económico; repite fórmulas de gestiones fracasadas anteriores. La ‘casta’ financia sus organizaciones políticas, así que no será molestada”.

Fuera de Argentina, fundaciones y figuras que pusieron las manos en el fuego por Milei, y que no saben cómo esconderse frente al caos actual, recurren a panfletos amarillistas como los de que el presidente argentino “está acabando con la inflación” o “eliminando ministerios” para maquillar una realidad indefendible.
Lo opuesto al liberalismo es ser un fanático ideologizado incapaz de cuestionar a su líder. Eso es culto a la personalidad. Por este motivo, nos proponemos desmontar uno por uno los mitos del mileísmo, señaló el diario El Español.
Milei centró su campaña en promesas económicas que sedujeron al electorado: dolarizar la economía y eliminar el peso, cerrar el Banco Central y afirmar hiperbólicamente que antes de subir un impuesto “se cortaría un brazo”.
Además, aseguró que el ajuste sólo afectaría a la “casta política”.
En política exterior, afirmó que no mantendría relaciones con “ningún país comunista”, nombrando específicamente a China.
Milei afirmó en televisión tener asegurados 10.000 millones de dólares americanos para rescatar la base monetaria, mostrando un supuesto mensaje de WhatsApp como prueba.
También dijo que los fondos ofrecieron hasta 30.000 millones de dólares para rescatar la deuda del Banco Central.
Pero, tras más de un año y medio, esos 10.000 millones nunca llegaron y la economía no fue dolarizada. En cambio, el Gobierno intervino para atrasar el tipo de cambio real.
Paradójicamente, una de sus primeras acciones fue negociar con China un préstamo por 18.000 millones de dólares.
La llamada “libertad” cambiaria que vende Milei es otro mito. Para sostener el tipo de cambio, Milei, desde el Banco Central, interviene con mano dura: bloquea la compra libre de divisas, mantiene un “cepo” para las empresas (restricción cambiaria), y sube tasas de interés hasta el 65% anual, ahogando el crédito y frenando el consumo.
Más de un año después, el peso sigue siendo protagonista, sostenido artificialmente con un atraso cambiario que hace de Argentina el país más caro de América Latina.
Esta política siembra las bases para una nueva devaluación.
Sobre la promesa de que la “casta” asumiría el ajuste, la paralización casi total de la obra pública (con rutas intransitables y sin mantenimiento) concentró el 37,5% del recorte; la caída real de jubilaciones y pensiones, el 27,5%; y los recortes en Educación y Cultura, el 17,5%.
Estos tres apartados suman el 82,5% del ajuste, que no es estructural, sino un desajuste basado en dejar de pagar obligaciones y mantener el capital, con consecuencias fiscales futuras.
La “casta política” tuvo un costo marginal, evidenciando el carácter demagógico de la consigna, mientras Milei armaba alianzas con los sectores más cuestionados del sistema político e incluía en su partido a candidatos peronistas y camporistas.
Uno de los “logros” que sus defensores en el exterior usan para justificar a Milei es el “milagro” del recorte o eliminación de ministerios. Pero la realidad es otra.
Milei ganó público extranjero con un video en el que gritaba “¡afuera!” mientras arrancaba notas adhesivas con nombres de ministerios. En realidad, sólo cambió sus nombres a “secretarías” y la reducción fue simbólica.
El impacto en el gasto fue prácticamente nulo (0,00142% del PIB) y concentró el poder: nueve ministerios grandes reemplazaron a dieciocho pequeños. Un show para la tribuna, que genera titulares engañosos que las fundaciones extranjeras, financiadas por donantes conservadores, replican rápido.
Desde que Milei asumió el poder, la base monetaria creció un 322% y el efectivo en manos del público un 280%. El 13 de julio de 2024, Milei prometió “emisión cero” y congelar la base a partir del 15; sin embargo, aumentó un 102%.
Tampoco cumplió su propuesta de criminalizar la emisión monetaria, medida que, de aplicarse, habría alcanzado a él y a su equipo económico.
El resultado: alta inflación, convergencia del dólar oficial y paralelo, y una economía estancada, sin crecimiento industrial ni empleo formal. Un autoritarismo monetario y cambiario disfrazado de “liberalismo”.
El gobierno de Milei vendió un discurso de “libertad” que hoy choca con la realidad: intervenciones cambiarias, profundización de la recesión, inversiones que no llegan, endeudamiento récord, inflación que sigue alta en dólares, desempleo y pobreza en aumento.
La “emisión cero” fue un cuento chino, la base monetaria creció descontroladamente y el Banco Central sigue jugando un papel central para sostener un peso artificial.
Según Milei, el Banco Central iba a cerrarse porque “emitir pesos es estafar a la gente”, pero parece que cambió de opinión. Caputo, endeudador serial, exministro de Macri y luego presidente del Banco Central, despilfarró en tres meses 14.000 millones de dólares americanos para frenar la suba del tipo de cambio en 2018.
Hoy, en medio de bonos con tasas del 65% y un dólar en alza, culpan al “riesgo kuka” (kirchnerismo) para ocultar su incapacidad.
Mientras el Tesoro enfrenta una deuda de 38.000 millones de dólares en bonos en agosto, el Banco Central no desaparece como prometieron, sino que interviene frenéticamente con futuros, pone techo al dólar y controla la tasa con encajes bancarios y pases pasivos.
Dicho esto, no hay tal “ajuste” de Milei. El Gobierno confunde hacer sufrir con arreglar las cuentas, y entonces no se le ocurre otra “demostración” de su disciplina fiscal que mostrar crueldad hacia sectores especialmente sensibles (como los jubilados), como si fuera un recurso propagandístico para mostrarse duro.
Milei se ha convertido en todo aquello que la izquierda más irracional ha imaginado de las políticas “promercado”.
En materia impositiva, la promesa de no subir impuestos derivó en la restitución del impuesto a las ganancias para la cuarta categoría de personas físicas, que Milei había votado eliminar como diputado.
Además, elevó siete veces el impuesto a combustibles líquidos y aumentó el impuesto PAIS, que se cobraba sobre la compra de monedas extranjeras, del 7,5 % al 17,5 %.
También intentó incrementar las retenciones a las exportaciones, pero el Congreso (la misma “casta” a la que critica) rechazó la medida.
Ni siquiera es verdad que tenga superávit fiscal. Si se computan los intereses de bonos que emitió, y que el Gobierno no incluye en las erogaciones del tesoro, tenemos déficit fiscal financiero.
Los intereses devengados y no computados en el resultado financiero aumentaron el 69% en los primeros cinco meses de este año respecto a todo 2024.
El déficit fiscal financiero de los primeros seis meses del año aumentó el 73% respecto al déficit financiero de 2024.
Aquí no hay ningún superávit fiscal financiero. Por el contrario: se está descontrolando el déficit financiero. Celebrar este superávit es como no pagar la tarjeta de crédito y festejar que tenemos más dinero.
Javier Milei, que llegó a llamar al FMI “engendro keynesiano” y símbolo del intervencionismo estatal, hoy celebra un préstamo de 20.000 millones de dólares de ese organismo.
Antes de ser presidente dijo: “El FMI es una institución infinitamente cuestionada. Los liberales y libertarios lo detestamos porque es una creación de White, un espía ruso, y de Keynes. El FMI ni siquiera debería existir”.
Paradójico que su modelo económico dependa del FMI. Su pedido de ayuda externa revela una verdad incómoda. Su modelo no puede sostenerse sin recurrir a los mecanismos de financiamiento que él mismo repudiaba.
Esta dependencia refleja la inconsistencia entre discurso y práctica, aunque, en el exterior, ciertos sectores insistan, con análisis superficiales y sin conocimiento, en presentar un relato triunfalista según el cual la economía “se recuperó” y la inflación “fue derrotada” bajo su gestión.
Aunque el gobierno argentino sostiene que la inflación ha disminuido desde los picos de 2023, los datos oficiales indican que la inflación interanual en julio de 2025 se mantiene por encima del 39%, lo que refleja una persistente erosión del poder adquisitivo.
Esta situación ha generado un creciente malestar social. La inflación en dólares (que refleja el poder de compra internacional) subió un 85% en 2024. Esto se traduce en que los precios siguen subiendo para quienes no tienen acceso al dólar “barato” ni a tarjetas de crédito para comprar afuera.
La pobreza crece y se profundiza la desigualdad. Un 50% de los hogares no puede cubrir sus gastos básicos. Los sectores más vulnerables recortan gastos o se endeudan, mientras la clase alta se beneficia del atraso cambiario para comprar afuera y ahorrar en dólares.
Un informe de la consultora Moiguer revela que el 63,7% de los argentinos enfrenta dificultades para llegar a fin de mes, mientras que el 30% debe postergar o cancelar gastos para pagar servicios.
En el primer trimestre de 2025, la tasa de desempleo en Argentina alcanzó el 7,9%, el nivel más alto desde 2021. En ese primer trimestre, 315.000 personas perdieron el trabajo.
El empleo privado no logra repuntar. Por otro lado, en vez de reducir el gasto público y el déficit fiscal, la deuda pública aumentó en 4.336 millones de dólares sólo en junio de 2025, acumulando 465.355 millones de dólares. El Gobierno sigue financiándose con endeudamiento externo, hipotecando el futuro del país.
Milei está haciendo exactamente lo contrario de lo que prometió en la campaña, pero los mismos que lo premiaban por sus promesas lo premian por sus incumplimientos. Es el único milagro que ha producido hasta la fecha.
El reciente informe del gigante financiero JP Morgan fue un cubo de agua fría para el gobierno.
Sin anestesia, recomendó a los inversores vender los bonos argentinos, cuestionó la sostenibilidad del plan económico y alertó sobre dos bombas de tiempo: un tipo de cambio inestable y una fuga acelerada de reservas del Banco Central.
Argentina cayó cuarenta y siete puestos en el Índice de Libertad de Prensa (RSF) desde la llegada de Milei. En su primer año, lanzó más de 4.000 insultos. Milei dice que le critican las formas, pero no es eso: no tiene argumentos y dudar de él desata ataques obsesivos, siempre ligados a lo sexual.
No es cuestión de modales, sino un intento de censura y bullying institucional desde el poder. Al señalar estas cuestiones, los influencers, incels y trolls mileístas te llaman “resentido” o “envidioso”, porque es el único lugar desde el cual ellos saben vincularse. Pero no se dan cuenta de que nadie inteligente y decente querría estar cerca de ellos ni de su proyecto.
La verdad ha dejado de importar, por eso el “Milei dolarizador” o el “Milei que subsidia la desvalorización del dólar con deuda” dan igual.
Milei no ha significado un avance económico; repite fórmulas de gestiones fracasadas anteriores. La “casta” financia sus organizaciones políticas, así que no será molestada.
Milei arrasa con todos los códigos de conducta más elementales, empezando por el plagio que contienen sus libros, la corrupción y la aparición en sus listas de candidatos que han paseado por buena parte del Código Penal.
Mientras se jacta de estar orgulloso de “ser cruel” y ataca a un niño de doce años con autismo (argumentando que es “libertad de expresión”), el declive cultural avanza, tanto en lo institucional como en la calidad del debate.
El “amor al prójimo cristiano” ha sido reemplazado por lo que llaman en su aparato de propaganda financiado con fondos públicos y otros reservados “el derecho a ofender”.
(Diario El Español)