Se empezó a vender la traducción de Mafalda en Estados Unidos
Una nueva edición del cómic de Quino llegó a las librerías estadounidenses esta semana.

Sesenta años después de haber hecho su primera aparición en papel, la entrañable e irreverente Mafalda –esa niña que odia la sopa, detesta las injusticias y le hace preguntas incómodas al mundo de los adultos– se lanza, tras muchos años desde su primera edición, al mercado angloparlante nuevamente.
El histórico cómic creado por Quino (Joaquín Salvador Lavado) ya tiene su edición en inglés, publicada por la editorial independiente Elsewhere Editions y traducida por Frank Wynne, reconocido por su trabajo con autores como Almudena Grandes y varios nombres destacados de la literatura francesa.
Los primeros ejemplares comenzaron a llegar a las librerías de Manhattan. Apilados aún en cajas recién abiertas, los tomos encontraron rápidamente su lugar en los estantes, con un precio accesible para el mercado estadounidense: 18 dólares, una cifra poco habitual en un circuito donde los libros suelen superar los 25.
Por ahora, solo está disponible el primer volumen de la colección, pero se anticipa que otros cuatro serán publicados en los próximos meses.
La traducción del muy particular lenguaje porteño de Mafalda ha sido obra de Frank Wynne. Wynne sabe de qué habla, o traduce, porque vivió dos años en Buenos Aires, donde se empapó del habla porteña que ha tratado de verter al inglés, aunque confiesa que ha habido algunas bromas imposibles.
En conversación telefónica con la agencia EFE, Wynne no dudó en poner a Mafalda al nivel de dos obras míticas del género: “Peanuts” (Snoopy en español) y “Calvin y Hobbes”. Todas tienen en común que son “libros para adultos”, aunque revistan la apariencia de literatura infantil y la editorial Elsewhere que publica Mafalda en inglés esté especializada en cómic infantil.
“Es una sátira de la sociedad que sigue funcionando hoy”, dice Wynne, y aporta el siguiente ejemplo: “Tal vez no hay una guerra en Vietnam pero sí hay una en Gaza y otra en Ucrania”, en las que el lector puede reconocer las preocupaciones que obsesionaban a Mafalda.