El crimen de la empresaria Estela López es aún un enigma, después de 9 años
Un repaso por la historia del misterioso asesinato de la empresaria, que tuvo repercusión nacional, pero que no se pudo esclarecer hasta ahora.

La empresaria Estela López de Auad (58) nunca imaginó que abría la puerta de su casa de San Martín al 300 a su propio asesino, en la siesta del miércoles 23 de diciembre de 2015, hace ya 9 años.
Ella misma accionó el interruptor para que se abriera el portón de acceso de la calle, que a esa hora lucía desierta por el intenso calor que azotaba a la ciudad y abrió la puerta principal de la casa, no la secundaria de su oficina, donde al parecer se encontraba trabajando en ese momento. Eso sugiere que dejó pasar a una persona de confianza.
La hipótesis más fuerte indica que la hizo pasar hasta la cocina-comedor, tras atravesar un pequeño recibidor. Entonces recibió un golpe en la cara que la desestabilizó y un segundo que la hizo caer al suelo, donde recibió un fuerte puntapié que le quebró tres costillas y le causó una hemorragia interna. En medio de la agresión, la mujer habría alcanzado a herir con sus uñas a su victimario. Otro signo de lucha fueron los vidrios desperdigados de al menos un vaso roto y de la ventana de una de las habitaciones.
El autor actuó sobre seguro, con la víctima totalmente indefensa. Tomó un cuchillo oriental de la pared –de una colección que adornaba- ese ambiente y comenzó a apuñalarla en una zona bien delimitada del cuerpo: en el pecho, a la altura del corazón.
Al parecer una de las arremetidas atravesó el cuerpo y el cuchillo se partió cuando la hoja chocó contra el piso. El filo quedó incrustado. Entonces tomó otro cuchillo y continuó su faena criminal hasta totalizar 23 heridas, según el informe del Cuerpo Forense. Pero de ese ataque sólo una lesión fue fatal, la que seccionó la aorta y provocó la muerte por desangrado.
López de Auad sufrió una larga agonía, ya que su cuerpo se desangró mientras estaba viva y dejó un enorme charco. Incluso se encontraron algunos indicios de arrastramiento, aunque no está claro si ella intentó moverse o fue movida.
El autor se dirigió hacia la mesada de la cocina y se lavó pacientemente las manos en la bacha. Luego recorrió la casa, donde quedaron marcadas las plantas de las zapatillas que llevaba puestas, de horma pequeña. No tocó unos 10 mil dólares que la víctima tenía en su escritorio, ni se preocupó por las joyas de oro de alto valor, computadoras o celulares.
En una mesa ratona cerca de la escena del crimen se notó el faltante de varias fotografías, que su hijo describió como antiguas y con sus amistades. Sólo quedaba una, pero se desconoce si ella las quitó antes o lo hizo el autor para hacer desaparecer evidencia que los vinculara.
También se presume que pudo haber manipulado los registros de sus tres celulares que quedaron en el sitio, tras borrar llamadas, mensajes, contactos o historiales. Por eso los aparatos fueron examinados minuciosamente en el área de Informática de tribunales, pero sin poder establecer pistas.
Otra hipótesis que los investigadores no descartan es que, apenas abrió la puerta, López recibió un puñetazo, porque en el recibidor se encontraron sus lentes tirados en el piso, como si hubieran sido arrojados al aire. De ser así la agresión habría continuado hasta la zona de la cocina y living-comedor, donde fue ultimada.
Quien cometió este hecho atroz debió quedar empapado en sangre y seguramente lo disimuló como pudo al salir a la calle, despoblada a la siesta por el intenso calor, aunque probablemente ascendió rápidamente a un vehículo estacionado cerca para marcharse. Antes dejó otra huella de sangre en el jardín y salió tras abrir el portón de acceso de vehículos, para lo cual tomó aparentemente un manojo de llaves con un control remoto, que se llevó consigo.
Ningún testigo vio a nadie en concreto, aunque la policía interrogó minuciosamente a los vecinos. Una testigo solamente vio a un joven con barba candado salir de la casa cerca de las 9 de la mañana, por lo cual fue demorado el joven Ricardo Rizzo Patrón, comerciante de Monte Quemado y amigo del hijo de la víctima, al que se le tomó una testimonial y una muestra de hisopado bucal para comparar ADN hallado en la escena.
Tampoco vieron u oyeron nada los albañiles de una obra en construcción aledaña, que trabajaron toda esa siesta. Pese a tratarse de una zona residencial céntrica, no existen cámaras de seguridad en esa cuadra que pudieran ubicar al autor.
Otro detalle inquietante es que la perra Pitbull de la empresaria fue hallada en la planta alta, aterrorizada, y aparentemente encerrada antes del ataque, porque si no hubiera defendido a su dueña. Los gatos de la víctima también se mostraron alterados y dejaron sus huellas cerca del cuerpo exánime.

Con ese cuadro se encontró el hijo de la víctima, Nahuel Auad, cuando llegó a su casa con su empleado Ángel Díaz, el 23 por la tarde, después de viajar de regreso 230 kilómetros desde Monte Quemado, donde había visitado el aserradero familiar.
López era oriunda de General Pico, en la provincia de La Pampa, pero desde hace años se radicó en Santiago del Estero. Se casó con el empresario maderero Rolando Auad, quien fue diputado por el Frente Cívico y falleció en un siniestro vial. Desde entonces, la mujer se hizo cargo del negocio familiar, aunque habría vendido un campo por 8 millones de pesos tras la muerte de su esposo, y aparentemente tenía intenciones de deshacerse del aserradero.
LOS SOSPECHOSOS
La víctima tuvo relaciones sexuales poco antes de morir, según establecieron los forenses al examinar su cuerpo. Pero lo que se ignora por ahora es si fue con el autor del crimen.
Aquí entra en escena Juan Enrique Gini (67), un exempleado bancario de Tucumán que se convirtió en vendedor de la firma de camiones Scania en la región y que tuvo como cliente al esposo de la víctima, el exdiputado Rodolfo Auad, propietario del importante aserradero de Monte Quemado.
Después que falleciera Auad, cuando volcó su camioneta, Estela López se puso al frente del negocio forestal, agrícola y ganadero de la familia y comenzó a contactarse con Gini. En 2013 iniciaron “una relación libre”, según declaró el propio vendedor al exjuez Miguel Moreno, ya que él la visitaba con una frecuencia semanal, cada vez que volvía a Santiago del Estero.
Eran contactos discretos, ya que Gini tenía esposa e hijos, aunque aseguró encontrarse en proceso de separación.
El tucumano llegó a Santiago el 22 de diciembre a la noche acompañado por su compañero Pablo Le Penn, a quien presentaría a los clientes santiagueños, ya que era su última semana de trabajo porque comenzaba su jubilación en 2016. Gini le solicitó a Le Penn que lo dejara cerca de la casa de López, sin que él la conociera o supiera de la relación, aunque lo presumía porque en otros pocos viajes hizo lo mismo.
Le Penn se dirigió hacia un hotel de calle 9 de Julio, donde guardó el vehículo y pernoctó solo. Gini llegó con un bolso con ropa a la casa de López, que se encontraba sola ya que su hijo había viajado al aserradero en Monte Quemado. Pasaron la noche juntos y Gini se fue a eso de las 7 de la mañana del 23, sin su bolso, por pudor a que los vecinos lo vieran salir en esas circunstancias.
Fue al hotel y desayunó con Le Penn. Y a eso de las 9 volvió a la casa de López a buscar sus ropas, pero la mujer no lo atendió. Entonces continuaron su itinerario de visita de clientes en La Banda y al mediodía le pidió el celular a Le Penn pero no logró comunicarse presuntamente con la víctima.
Entonces partieron hacia Termas de Río Hondo, donde almorzaron en un hotel cinco estrellas y Gini abonó con débito automático a las 14.45 aproximadamente. También quedó registrado en las cámaras de seguridad del hotel.
El compañero de Gini sostuvo que en el viaje de vuelta a Tucumán no lo notó preocupado ni advirtió un cambio de humor.

Le Penn declaró el viernes 8 de enero y ratificó la coartada de Gini, que comenzó a salir del centro de las sospechas, hasta que fue excarcelado y posteriormente obtuvo la falta de mérito. El vendedor falleció tiempo después.
La policía científica tomó muestras de ADN de copas usadas –la víctima habría bebido una de champán la noche anterior, según Gini- y fundamentalmente del cuerpo de la víctima donde se halló semen, mientras que en un cesto de basura se encontró un preservativo usado.
Gini aseguró no haber usado preservativos y dijo que los que estaban en su bolso sólo eran para colocar en los juguetes sexuales. ¿Entonces quién usó el que fue secuestrado? ¿Acaso el asesino? Una pregunta que por ahora no tiene respuesta.
El departamento Homicidios de la policía profundizó mientras tanto la investigación sobre un empresario, casado, con domicilio a pocas cuadras de López, quien poco antes del crimen le habría enviado mensajes con reproches por celos, según trascendidos.
Este mismo sospechoso en la misma noche en que el juez y la policía allanó el domicilio, poco después de encontrado el cuerpo, se presentó en la vivienda de López y pidió ingresar, pero se le negó el paso por no ser familiar.
A la mañana siguiente, en el segundo allanamiento del 24 de diciembre, volvió al lugar con una hija e insistió con nerviosismo en ingresar a la casa y obtuvo la misma negativa. El dato de un supuesto vínculo sentimental con la víctima llevó al juez Moreno a ordenar que fuera demorado para ser interrogado, pero poco después fue puesto en libertad cuando se estableció que el bolso encontrado en la escena era de Gini y la policía comenzó a rastrearlo.
Los investigadores intentaron localizarlo para notificarlo con el fin de que se presentara en el juzgado para declarar como testigo, pero allí su familia les informó que se encontraba en Tucumán y que viajaría de vacaciones a Florianópolis, Brasil, donde se reunirían todos en estos días. Esa pista no prosperó.
El exjuez de la causa, Miguel Moreno, también centró su atención en una abogada que fue íntima amiga de la víctima. López de Auad se habría encontrado casualmente con esa letrada en una casa de lencería horas antes del crimen, aunque la profesional lo negaría.
Una testigo habría aportado luego que vio desde su vehículo a una mujer en la puerta de la casa de López, mientras esperaba en el semáforo. Moreno estaba dispuesto a detenerla, pero fue recusado. Una pericia sobre el auto de la profesional no habría detectado indicios, salvo una mancha de sangre que su hermano atribuyó a una salida de cacería.
También se investigó a otra profesional que estuvo por ser declarada en rebeldía por negarse a declarar en reiteradas citaciones, por aducir que se encontraba de viaje. Pero tampoco se encontraron elementos contundentes.
Hasta el propio hijo de la víctima, Nahuel, fue escrutado pero no se encontraron indicios porque estuvo ese día recorriendo el aserradero familiar, acompañado por su encargado, por lo que fue visto por numerosos testigos. En algún momento llegó a ofrecer una recompensa para quien aportara datos fehacientes. Sin embargo, los querellantes Hugo Frola y su propio tío Ricardo Auad abandonaron su representación por diferencias insalvables.
CARRASCO, EL ÚLTIMO SOSPECHOSO DESCARTADO
La justicia siguió la pista del expolicía Pablo Carrasco, quien tenía una relación íntima la familia –sobre todo con Nahuel- y algunos bienes de los López-Auad a su nombre. En su testimonial sostuvo haber estado esa tarde en la vieja terminal de ómnibus, a pocas cuadras del lugar, para retirarse a las 13.30, pero negó haber visitado a López.
Argumentó en su declaración que se retiró de la antigua Unidad Regional 1, fue a su casa en motocicleta y también a comprar unos regalos navideños. Negó se custodio de Nahuel, con quien dijo compartir hobbies de caza y pesca.
Admitió haber tenido copias de las llaves de la casa de López y también haber recibido bienes a su nombre para que los administrara –“como sucedió con otras personas”, aclaró-, gracias a su estrecha confianza. “No la maté; no tenía ningún motivo para quitarle la vida”, enfatizó ante la jueza Falco en su segunda indagatoria, ya que se abstuvo durante largo tiempo de dar su versión.
Tras la intervención del grupo de canes adiestrados K9 de Río Negro en el caso Marito Salto, la jueza Rosa Falco –que reemplazó a Moreno- dispuso una medida similar en la casa de la empresaria. Los perros encontraron un cortaplumas enterrado en el patio y una bala en la tapia de tres metros, medianera con una playa de estacionamientos, por donde pudo haber huido quien cometió el crimen. En una pieza de esa cochera –cerrada con cadenas- encontraron una bala similar.
También se examinó la vivienda de Carrasco donde no se habrían hallado elementos que lo implicaran, pero al rastrear el automóvil Regata del acusado, el perro Alcón marcó el asiento del acompañante después de haber olido el vestido que la víctima llevaba puesto en su asesinato. También se encontró un mechón de cabellos no identificados. Y tras olfatear el cortaplumas, señaló el asiento del conductor. El exfuncionario policial fue detenido el 19 de diciembre y procesado en agosto del año pasado.
Su defensa cuestionó esos indicios sin sustento científico o testimonial y apeló su procesamiento. Hasta el propio exquerellante Hugo Frola no ocultó sus dudas sobre la pericia odorífica con los canes. Años después, el adiestrador K9 Marcos Herrero enfrenta varias causas penales en las que está acusado de plantar pruebas para direccionar casos en los que intervino.
El tribunal integrado por Sandra Generoso y Raúl Romero consideró en 2021 que al cabo de 4 años Carrasco había excedido el plazo legal de detención sin ser enviado a juicio, por lo que revocó la medida y el acusado seguirá el proceso en libertad. Como es sabido, la prisión preventiva máxima es de dos años, prorrogable uno más por razones extraordinarias, por lo que ya se cumplió el período legal para retenerlo.
En septiembre de 2022, la Cámara de Apelaciones le otorgó la falta de mérito, por no haber encontrado pruebas en su contra.
En los 9 años que lleva la investigación el móvil de robo seguido de muerte se descartó. La hipótesis de un crimen por cuestiones económicas nunca se desechó, aunque el salvaje ensañamiento con el que fue atacada llevó a considerar siempre como la principal motivación una especie de odio por despecho.